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Del fusil a la pantalla: el intervencionismo que no cesa
V

oraz, agresivo, beligerante, como una infección, Estados Unidos (EU) busca –desde hace más de 200 años– dominar a otras naciones. Para lograrlo acude a acciones militares, económicas o políticas. Apoya movimientos disidentes para que hagan el trabajo sucio que obligue a EU a intervenir naciones para brindar ayuda humanitaria, eufemismo para justificar una invasión. Inventan, por ejemplo, la supuesta presencia de armas químicas para desatar un conflicto bélico, como sucedió en Irak en 2003, país al que invadieron a pesar de que no contaron con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, presidido entonces por el embajador de México ante el organismo, Adolfo Aguilar Zínser.

Desde 1776 EU ha participado en al menos 120 guerras. Su avidez expansionista le ha llevado a perfeccionar prácticas manipuladoras para hacerse de territorios codiciados. Recordemos el apoyo que brindó a Texas cuando en 1832 anunció su intención de separarse de Coahuila, por lo tanto de México, y la reconoció como nación independiente para luego intervenir en México, anexar a Texas como un estado suyo y, finalmente, adueñarse de más de la mitad del territorio mexicano.

Entonces malos mexicanos, traidores a la patria sedientos de poder, apoyaron al ejército invasor en quien vieron un instrumento para alcanzar el objeto de su ambición. El presidente José Joaquín de Herrera envió tropas para defender Texas, y con ellas una retaguardia confiada a Mariano Paredes y Arrillaga en San Luis Potosí, quien no sólo desobedeció, sino que regresó a la capital para atacar al presidente. Tras la anexión de Texas a EU, Paredes fue nombrado, a inicios de 1846, presidente de México por una junta de notables que él nombró.

Sin dejar a un lado el fusil, EU ha encontrado herramientas para combatir sus guerras, muchas silenciosas, con las que desestabiliza territorios para crear escenarios de caos que le abren las puertas para intervenir de manera directa o indirecta. Como sucedió en noviembre de 2019 en Bolivia, donde se concretó un golpe de Estado orquestado y financiado por EU contra el gobierno legítimo de Evo Morales. Evo se asiló en la embajada de México, país al que viajó salvando con ello la vida, mientras Jeanine Áñez se proclamó presidenta para, en el lapso de un año, destruir la mayor parte de los alcances socioeconómicos de los gobiernos del Movimiento al Socialismo, lo que no hubiese sucedido de no haber existido colusión entre bolivianos opositores al gobierno de Morales y las garras expansionistas estadunidenses.

Ahora Washington, que como nunca enaltece de manera frontal el discurso del odio y del racismo, transmitió espots en canales de televisión abierta mexicanos, en horario estelar, con un mensaje discriminatorio que, de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, atenta contra la dignidad humana. Muestra a oficiales de Servicio de Inmigración y Control de Aduanas esposar a personas, a grupos de adultos y niños que cruzan un río, mientras se escucha a la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, decir: Si estás considerando entrar a Estados Unidos ilegalmente, ni siquiera lo pienses. Si vienes a nuestro país y rompes nuestras leyes te perseguiremos. Si intentas ingresar ilegalmente serás atrapado, serás expulsado y nunca volverás.

Los concesionarios y permisionarios de radiodifusión y televisión en el país no podrán transmitir propaganda política, ideológica o comercial de gobiernos o entidades extranjeras, ni permitir que los medios de comunicaciones que operan en su concesión sean utilizados para fines que pueden influir en los asuntos internos del país, señalaba un artículo incluido en la Ley Federal de Telecomunicaciones, abrogada por decreto el 14 de julio de 2014, que hoy busca ser rescatado a iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum.

El Poder Ejecutivo envió al Legislativo la iniciativa para recuperar esa ley y con ello garantizar que ningún gobierno extranjero, o ninguna entidad de ningún gobierno extranjero, pueda difundir propaganda.

Se espera que sea aprobada por unanimidad. Que la indignación expresada por la oposición ante la transmisión del espot no quede sólo en ello, sino también reflejada en el tablero de votación, lo que implicaría que, a diferencia de la Comisión de Miramar o del mismo Mariano Paredes y Arrillaga que operó a favor del ejército invasor estadunidense, se antepongan los intereses soberanos sobre cualquier otro.