Fobaproa: salvaje saqueo a la nación // Beneficiarios y funcionarios, impunes // Deuda infinita por decisión de Zedillo

llá por marzo de 2005, el entonces presidente de la Asociación de Bancos de (en) México y cabeza visible de Banamex-Citigroup, Manuel Medina Mora (hermano de Eduardo, director del Cisen con Fox y procurador general de la República con Calderón), exoneró
a todos sus colegas de cualquier irregularidad
en el rescate
ordenado 10 años atrás por Ernesto Zedillo, y en nombre de los barones del dinero firmó el acta de defunción del capítulo Fobaproa
. Los banqueros, pues, se lavaron las manos del mayor atraco en la historia de México, y a seguir gozando.
En ese entonces, el saldo de los pasivos del IPAB (el Fobaproa, pero con otra careta) sumaba 676 mil millones de pesos, 22.5 por ciento más que en diciembre de 1998, cuando los prianistas legalizaron el rescate
bancario de Ernesto Zedillo. Y tan murió
el citado capítulo
, que 20 años después, al cierre de marzo de 2025, y en la historia de nunca acabar, dicho saldo llegó a un billón 135 mil millones de pesos, es decir, 106 por ciento superior al que priístas y panistas legalizaron
. Ello, sin considerar los más de 2 billones de pesos que se han pagado, sólo por intereses, por el rescate
bancario.
Entonces, hasta ahora, la aberrante decisión del impresentable Ernesto Zedillo les ha costado, les cuesta, a los mexicanos alrededor de 3 billones 200 mil millones de pesos (480 por ciento más que lo originalmente legalizado
por los prianistas en aquel diciembre de 1998), y esa deuda no termina de pagarse.
Mientras, a los rescatados
y a los rescatadores
no se les ha tocado un pelo, permanecen impunes, y los primeros han acumulado utilidades de cuento de hadas (un monto similar a lo que los habitantes de esta atracada nación han pagado sólo por intereses del rescate
), con las que sobradamente se pagaría, íntegro, el rescate
zedillista.
En 1990, antes de la reprivatización de la banca (1991-1992), Carlos Salinas de Gortari creó el Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro); este personaje, junto con Pedro Aspe, entregó las instituciones a los amigos del régimen (en su mayoría especuladores bursátiles sin experiencia bancaria) y ellos se dedicaron a saquearlas hasta reventarlas. Y llegó papá Zedillo, quien ilegalmente cargó a la nación las barbaridades cometidas por ese grupúsculo, incluidos los generosos préstamos personales (relacionados, se llaman) que los neobanqueros se otorgaron (para sí o sus empresas) y que terminaron pagando los mexicanos.
Zedillo justificó que el rescate
fue para proteger el ahorro de los mexicanos
, pero en realidad entre 90 y 96 por ciento de él se concentró en asumir las deudas de los grandes corporativos, todos amigos del régimen y muchos de ellos barones participantes y aportantes en aquel pase de charola que Salinas de Gortari hiciera (1993) en la casa de Antonio Ortiz Mena para recolectar fondos
que se destinarían a la candidatura de Luis Donaldo Colosio.
En 30 años del Fobaproa sólo dos neobanqueros terminaron en la cárcel: Jorge Lankenau Rocha y Eduardo Camarena Legaspi (huyó a Estados Unidos, lo agarraron y deportaron y en 2003 lo enchiqueraron). Este par resultó ser el eslabón más débil de la cadena, porque entre los accionistas de Grupo Ábaco-Banca Confía aparecían personajes como Alejandro Junco de la Vega (dueño de los periódicos Reforma y El Norte), Fernando Canales Clariond (gobernador de Nuevo León, secretario de Economía y Energía en el sexenio de Fox), Humberto Lobo Morales (magnate regiomontano), José Maiz Mier (otro empresario regiomontano y suegro del ex gobernador Natividad González Parás) y otros, con los clásicos apellidos Sada y Zambrano.
Entre las rescatadas
aparecen Tribasa (de David Peñaloza Sandoval), Mexicana de Aviación (entonces de la familia Azcárraga Andrade, la misma que, una vez saneada, Fox le regresó; este ex inquilino de Los Pinos también fue rescatado
por el Fobaproa), TAESA (entonces propiedad de Carlos Hank González), Salinas y Rocha (del papá de Ricardo Salinas Pliego, quien la recompró por centavos), Celanese Mexicana, Gutsa (de la familia Gutiérrez Cortina) y, desde luego, los accionistas de 17 bancos, mismos que, una vez saneados
, en su mayoría (95 por ciento) fueron extranjerizados (sólo uno, Banorte, quedó en manos mexicanas).
Las rebanadas del pastel
Es una historia de terror, saqueo e impunidad, y qué bueno que la presidenta Sheinbaum ventile este atraco a la nación, aunque falta mucho por divulgar, especialmente los nombres de beneficiarios y funcionarios participantes, todos intocados, con Zedillo en primer lugar.
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