El estreno de la serie ha generado distintos niveles de lectura

Viernes 9 de mayo de 2025, p. 9
Buenos Aires. El esperado estreno de la serie El Eternauta, con Ricardo Darín como protagonista, ha desempolvado en varios hogares de Argentina la historieta homónima del guionista Héctor Oesterheld, quien escribió en la clandestinidad el segundo volumen de la historia antes de ser detenido-desaparecido por la última dictadura (1976-1983).
Un clásico como El Eternauta, que narra las hazañas de un grupo de amigos ante una invasión extraterrestre, trae aparejadas interpretaciones que pueden ser leídas desde varias perspectivas. Una es desde el presente, como demostró la adaptación audiovisual dirigida por Bruno Stagnaro, director de la película Pizza, birra, faso (1997) y de las series Okupas (2000) y Un gallo para Esculapio (2017).
Una remembranza histórica, en cambio, evoca en Argentina a ladictadura cívico-militar, con el trazo de un paralelismo entre El Eternauta y el terrorismo de Estado que aniquiló a la familia Oesterheld: no sólo fue secuestrado y desaparecido Héctor, sino también sus cuatro hijas, de 25, 24, 19 y 18 años, al igual que sus parejas.
Dos de ellas estaban además embarazadas, lo que ha llevado a que una entidad de derechos humanos en Argentina, Hijos (acrónimo de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), haya reactivado la búsqueda de los dos nietos de Oesterheld, bajo la consideración de que fueron apropiados por los represores de la dictadura y entregados a alguna familia con otra identidad, como sucedió con otros 500 niños.
El libro Los Oesterheld, de las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, da a conocer un perfil menos examinado sobre la vida y militancia de Héctor Oesterheld, quien era reconocido en su país natal como guionista, autor, y escritor, además de por su monumental obra, y que en sus últimos años se incorporó a la guerrilla Montoneros, al igual que sus hijas.
Es uno de los autores de la historieta que revolucionó el género, el cual venía principalmente de Estados Unidos y Francia, al readaptarlo a la realidad, geografía y contexto argentino (...) Eso hizo que fuera el mejor autor de Argentina y uno de los pocos que trascendió
, explica Fernanda Nicolini.
En su investigación, que tomó cinco años, las periodistas realizaron 200 entrevistas para reconstruir las vidas y las voces silenciadas de Héctor y sus hijas a través de la memoria de quienes los conocieron.
Familia mutilada
“La militancia implicaba que mucha gente no se moviera con su nombre verdadero, que no hablara de su vida privada, que no se supiera dónde vivía… Entonces teníamos pequeñas partecitas de personas que los habían visto, que habían compartido la militancia o algún espacio de trabajo, estudio, universidad, y con todos esos pedacitos armamos una memoria colectiva”, cuenta Nicolini.
Nacido el 23 de julio de 1919, Oesterheld estudió geología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, pero su vocación por la escritura y la historieta lo llevó a crear la Editorial Frontera, cantera de la que nacieron sus primeros personajes y que también dio vida a El Eternauta, dibujado por Francisco Solano López y publicado por entregas entre 1957 y 1959 en un semanario de la propiedad de ambos.
Héctor y sus hijas empezaron a acercarse a la militancia a principios de los años 70, cuando se comenzó a hablar de la vuelta del ex presidente Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974), que estaba exiliado en España, en un contexto atravesado por las luchas de liberación en el resto de América Latina
, contextualiza Nicolini.
Oesterheld, que era un lector voraz, quedó prendado con la revolución cubana, el mayo francés e incluso el Cordobazo, una protesta estudiantil, obrera y sindical en el segundo distrito más grande del país (centro) contra el gobierno de facto del dictador Juan Carlos Onganía (1966-1970) en 1969.
Aquel año, Oesterheld se abocó a una segunda versión ilustrada por el dibujante Alberto Breccia de El Eternauta, más politizada y revolucionaria, pero la publicación fue cancelada al constatar el desencanto de los lectores. En 1975 se compilaron en un libro los fascículos de El Eternauta que se publicaron entre 1957 y 1959.
“Después se le incluye un prólogo donde Héctor dice que la idea de El Eternauta era un Robinson Crusoe que en vez de quedar aislado en una isla se encuentra en una casa, en un intento de expresar que nadie se salva solo, que no existe el héroe solo, sólo el héroe colectivo”, refiere.
Ya en clandestinidad por su pertenencia a Montoneros, Oesterheld continuó la historia protagonizada por Juan Salvo con la ilustración del primer dibujante de la serie, Solano López, a quien le hizo llegar los guiones de manera furtiva.
Esa segunda parte incluye el personaje de María, que hace referencia a su hija Beatriz, ya por entonces desaparecida, explicó la periodista.
Es una historia desgarradora: hay muchas marcas de su vida como militante y de su vida en la clandestinidad, y de cómo estaba interpretando la dictadura que se estaba viviendo en ese momento
, observa Nicolini.
Oesterheld fue secuestrado en abril de 1977. Se sabe que estuvo al menos en tres centros clandestinos de exterminio: El Sheraton, El Campito y El Vesubio, donde sobrevivientes lo ubican entre noviembre de aquel año y enero de 1978.
A medida que iban desapareciendo sus hijas, Elsa Sánchez, esposa de Oesterheld, testigo y sobreviviente de esta tragedia, fue volcando su desesperación en cartas a las que accedieron las autoras de Los Oesterheld.
Ella dice que sabía lo que iba a pasar. No estaba de acuerdo con la militancia de sus hijas, y estaba en su momento enojada con Héctor, que las acompañaba y se sumó a la militancia
, narra Nicolini.
La autora señala que Elsa fue una persona que siempre se pudo sobreponer a todo lo que vivió porque tuvo que criar a su nieto Martín, hijo de su hija mayor, Estela, a quien mataron y desaparecieron en diciembre de 1977
.
En medio de ese horror, Martín pudo encontrarse con su abuelo cuando estuvo secuestrado en el centro clandestino de detención El Vesubio, revela la periodista.
Dice que su primer recuerdo, con cuatro años, es sentado junto a un banco con su abuelo, charlando, el día que matan a su padres y a él lo secuestran. Ese mismo día se lo devuelven a Elsa
, añade la autora.
Martín, que hoy tiene 51 años, trabajó como asesor en la serie para lograr una adaptación fiel de la novela gráfica de su abuelo, a fin de que respetara la narrativa, la estética, y también el trasfondo filosófico de la obra, en la que prevalece la reivindicación del héroe y la memoria colectiva como icono de resistencia.