Disyunciones
ientras Donald Trump negoció pingües recursos en Medio Oriente a cambio de un avión de 400 millones de dólares, Xi Jinping conquista América Latina. Las alianzas históricas de las grandes potencias se transforman rápidamente y la distancia geográfica cada vez tiene menor importancia. Por ello, cada potencia lleva a cabo alianzas en cualquier parte del mundo.
La diferencia entre las negociaciones que realiza Estados Unidos frente a China es el proyecto de cada nación. Uno es coyuntural y de corto plazo, sin plan alguno; el otro es de largo plazo y con una planeación que se desarrolla en forma consistente desde hace 10 años.
En el caso de Medio Oriente, el presidente de Estados Unidos tiene la intención de atraer a su país miles de millones de dólares en inversiones y lo acompañan grandes empresarios de tecnología que buscan nuevos mercados; en el caso del presidente de China la relación es distinta: ofrece financiamiento, infraestructura, intercambio cultural e inversiones en la región.
Con Xi Jinping se han desarrollado durante los pasados 10 años cerca de 200 proyectos en América Latina. Además, anunció recientemente otros 100 proyectos a desarrollarse en tres años. En el caso de Trump no hay una línea clara para el futuro.
Los intercambios de China con América Latina se han duplicado en una década, para superar 500 mil millones de dólares, además de la creación de empresas de bienes básicos y de alta tecnología. En el caso de Estados Unidos con Medio Oriente, no hay una constante y lo mismo sucede en su relación con América Latina: no hay un programa de largo plazo.
Estas diferencias entre las dos principales potencias no se deben sólo al estilo particular de cada presidente, sino a la visión de largo plazo a nivel global. El país asiático amplía su presencia mediante la llamada Ruta de la Seda, que se expande por todo el mundo. En contraparte, la otra potencia cierra sus fronteras a la competencia.
A lo largo de la historia, aquellas naciones que se han enclaustrado, como sucedió con Europa en la etapa feudal, pierden dinamismo. En cambio, aquellas naciones que se abren, como sucedió con Estados Unidos en el siglo XX o con China en el siglo XXI, se vuelven más poderosas.