ace unas horas, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, aseguró que su país no busca fabricar armas nucleares, pero que seguirá defendiendo sus derechos legítimos
para su programa nuclear civil.
En marzo pasado Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, aseguró a los legisladores de su país que las agencias de espionaje estadunidenses creían que Irán no había tomado la decisión de construir un arma nuclear. Donald Trump respondió que no le importaba lo que Gabbard dijera, y se mantuvo alineado con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, quien ha agorado desde hace años que Irán es una amenaza nuclear inminente. De poco o nada sirve la falta de evidencia para frenar las intenciones beligerantes de atacar a un país que les es incómodo a Israel y a Estados Unidos.
En 2003, desde la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el entonces embajador de México ante el organismo, Adolfo Aguilar Zínser, se opuso a la invasión de Estados Unidos a Irak y propuso una salida diplomática para el conflicto al canalizar ayuda humanitaria para los iraquíes, e impulsar que la ONU fuese la encargada de reconstruir ese país. A Estados Unidos no le importó lo que dijera la ONU e invadió. Nunca se encontraron armas de destrucción masiva.
En noviembre de aquel año, Adolfo Aguilar Zínser fue destituido por Vicente Fox ante las presiones de Estados Unidos para sacarlo de la arena diplomática internacional. ¿El argumento?, un pretexto –al igual que el motivo para invadir Irak– que se valió de la tergiversación de una charla que dio el diplomático a alumnos de la Universidad Iberoamericana, cuando aseguró que Estados Unidos consideraba a México su patio trasero, y que tragar camote no era una opción para nuestro país. Algo muy distinto a señalar que México sería el patio trasero de Estados Unidos, como trascendió.
Hace 40 años, el secretario de Estado de Ronald Reagan, Alexander M. Haig –quien fue jefe de gabinete de Richard Nixon y reveló la existencia de un sistema de grabación en la Casa Blanca al Senado, lo que confirmó la existencia de pruebas cruciales que incriminaron a Nixon y llevaron a la investigación del caso Watergate–, aseguró que Israel era el mayor portaviones estadunidense
al ser insumergible, no llevar soldados y estar ubicado en una región crítica para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Hoy Israel es uno de los principales aliados de Estados Unidos fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
¿Quién es –tal vez el mayor– antagonista de Israel?, Irán, país que además de ser un aliado histórico de Hamas, grupo palestino responsable de ataques a Israel, ha fortalecido sus vínculos con Rusia y China, motivo que se suma para que Estados Unidos estreche aún más su sociedad con Israel.
El voto de judíos en Estados Unidos no es asunto menor, representan 2 por ciento de la población de aquel país; su influencia económica es gigantesca. Más de 100 de los 400 multimillonarios de la lista Forbes de las personas más ricas de Estados Unidos son judíos. Seis de los 20 principales fondos de capital de riesgo les pertenecen.
Tras la llegada de Donald Trump al poder, en medio de una crisis económica que le ayudó a ganar electores, las políticas del actual presidente estadunidense aumentaron el riesgo, ya inminente, de una recesión económica. El mandatario, que de candidato prometió acabar con conflictos bélicos –a los que llamó estúpidos–, recurrió, como sus antecesores en la Oficina Oval, a implementar una estrategia de economía de guerra controlada que prolonga el conflicto en Ucrania y promueve y participa en acciones bélicas en Medio Oriente. ¿Quienes pagarán el costo?
La falta de memoria histórica llevó a que los votantes estadunidenses, hartos de la mediocre administración de Joe Biden, eligieran a Donald Trump para un segundo término. La promesa de más trabajos no llega y en su lugar las políticas económicas que a decretazos ha impuesto los mantiene en una situación económica frágil cuyo pronóstico no es favorecedor.
Los votantes latinos que el 6 de noviembre pasado portaban con júbilo sus camisetas con la leyenda Donald Trump 2024
mientras cantaban la abrumadora victoria republicana, hoy lloran al verse víctimas de una política migratoria comparable a una caza étnica.
Igual de decepcionados están quienes creyeron que su voto llevaría, como se les prometió, a hacer a Estados Unidos grande
. Ellos pagarán el costo del conflicto, como sucedió con la revolución iraní que ocasionó una caída en la producción mundial de petróleo y luego contribuyó al alto precio de la gasolina como resultado del embargo petrolero árabe tras la guerra de Yom Kippur.