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Tu colonia

Con el auge inmobiliario su población se duplicó

La Ampliación del Gas pasó de las enormes fábricas a condominios

Sobre Circuito Interior se reconoce por las enormes torres de departamentos que allí se erigieron

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▲ Cuarta calle de Amado Nervo, en 1932; plano aéreo de 1936 de Azcapotzalco. Los nuevos condominios, la zona de vías y áreas verdes.Foto DDF, dirección de Obras Públicas, Archivo Casasola de la Fototeca Nacional del INAH.
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https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/is landora/object/fotogra fia%3A141838 Rocío González
y Luis Castillo
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Periódico La Jornada
Domingo 29 de junio de 2025, p. 29

La Ampliación del Gas es una pequeña colonia ubicada al sur oriente de Azcapotzalco, con cuatro calles y avenidas principales que duplicó su población por el auge del sector inmobiliario que se apoderó de los amplios predios que dejaron las fábricas que dieron origen a su fundación.

Los terrenos donde a finales de la década de los años 40 del siglo pasado aún se cultivaban maíz y legumbres, al pie del río Consulado (hoy Circuito Interior) comenzaron a poblarse por trabajadores de Ferrocarriles Nacionales y obreros de la floreciente zona industrial que albergaba la cerillera La Central, la cartonera El Fénix y la fábrica Poroflex, dedicada a producir hule espuma, así como las instalaciones de Sabritas, Coca Cola y Bimbo.

Entre las factorías sólo había llanos, recuerda María Dolores García Martínez, de 81 años, quien llegó con sus padres de Santa María la Ribera a la Primera Cerrada de Jardín. Su familia, una de las primeras en arribar a esta comunidad, que antes pertenecía a la colonia Del Gas, logró comprar terrenos que después lotificaron y vendieron. En esos predios las casas no tenían bardas y aún había zanjas por donde pasaba el agua para el riego de los cultivos.

En sus orígenes, la colonia tenía pocos negocios: un molino de maíz, una carnicería, una lechería y una miscelánea que se llamaba La Brisa, que era como el supermercado al que toda la gente acudía. Cuando llegué con mi familia ya estaba la cerillera y la cartonera tenía unos chacuacos enormes; nos enterábamos de qué hora era porque sonaban a la entrada y salida de los trabajadores, y como entonces no había ningún edificio, toda la colonia se llenaba del olor del pan Bimbo, recuerda doña Dolores sobre su infancia.

La vorágine departamental

Sin embargo, la apacible vida de los habitantes se trastocó después de la primera década de este milenio, cuando enormes torres de departamentos comenzaron a sustituir a las naves industriales, luego de que en 2008 el programa de desarrollo urbano de Azcapotzalco vio esta zona con potencial para atraer inversiones y desarrollar inmuebles en zonas subutilizadas.

El primer conjunto habitacional construido fue el conocido como Tres Lagos, ubicado en la esquina de calle Naranjo y Circuito Interior, con 17 torres de 20 niveles cada una. Siguió el conjunto Parque Jardín, en otro extremo de la colonia, en la esquina de avenida Jardín y Antonio Valeriano, proyecto que incluye 11 torres de 22 niveles cada una de las cuales sólo se han construido cinco.

Después se erigió Puerta Jardín, en la esquina de Circuito Interior y avenida Jardín, con cinco torres, de 20 niveles, y uno más fue el denominado Marhnos, con cuatro edificios de 22 niveles.

Los departamentos de los conjuntos residenciales que se expenden en la actualidad por arriba de 3.5 millones de pesos, con una superficie de 65 metros, con alberca, gimnasio y áreas verdes, entre otras amenidades, quedaron fuera del alcance de los nativos, pero atrajeron a nuevos habitantes, lo que duplicó la población de la colonia.

Más vecinos, mismos servicios

En 2008, el programa de desarrollo urbano de la alcaldía daba cuenta de mil 124 habitantes, cifra que en 2019 incrementó a 2 mil 263, de acuerdo con el estudio El impacto de la verticalización en el asoleamiento urbano: colonia Del Gas y Ampliación del Gas en Azcapotzalco (2010-2019), publicado en la revista Arquitectura.

Pero no fue sólo el aumento poblacional lo que dejó la explosión inmobiliaria, sino también una estela de afectaciones en las viviendas que persisten hasta a la fecha, como en la casa de la señora Concepción Hernández, que luce con pisos y paredes agrietadas a raíz de las vibraciones constantes que hubo durante la construcción de los edificios de departamentos de Parque Jardín, en los terrenos donde antes había una fábrica de aspiradoras.

Las losetas del piso se han ido levantando, vinieron de Protección Civil y nos dijeron que la casa se está recargando de un lado. Nunca habíamos tenido problemas, hasta que comenzó la obra. Se peleó mucho con la constructora junto con los vecinos, a algunos les tuvieron que volver a hacer sus viviendas, pero aquí la última vez vino un albañil con una bolsa de yeso y nada más maquillaron las paredes.

A eso se sumó además el colapso de la infraestructura urbana. La antigua red hidráulica y la del drenaje comenzaron a tener fugas y con ellas llegaron los hundimientos y socavones por doquier.

En la colonia también pululan las escuelas, tanto públicas como privadas, entre ellas el Instituto Crisol, la primaria Justo Sierra y la vocacional 6 del Instituto Politécnico Nacional, que junto con los nuevos desarrollos han hecho intransitables sus calles y avenidas en horas pico.

Desde la Segunda Cerrada de Jardín, Rosa Rodríguez, oriunda de la Ampliación del Gas, ha visto desde niña cómo se ha transformado su entorno, por lo que no duda en señalar que los mayores cambios se generaron a partir del auge inmobiliario.

La falta de agua y los socavones son dos problemas que trajeron y no han tenido solución. Cuando abrieron el primer desarrollo de Tres Lagos toda la calle de Naranjo se abrió, y después con Marhnos se hizo un socavón en Calle 4 y Sabino. Esa parte estuvo cerrada durante más de tres años, pero el problema no se ha resuelto, hay una cueva debajo y la constructora no ha podido terminar el conjunto habitacional.

Delimitada por la avenida Antonio Valeriano, la calle Ciprés, el Paseo de las Jacarandas y Circuito Interior, en la colonia continúa la construcción de proyectos arquitectónicos como Plaza Urban, sobre calle 4, sin visos de que se haga algo para mitigar sus impactos.