n una reunión de estudiosos de las cuestiones energéticas
y a fin de preparar los elementos esenciales de una prospectiva de larga duración con intensa y extensa participación social, me permití sugerir la necesidad –incluso la urgencia– de analizar el comportamiento a largo plazo de la intensidad energética. Sí, de manera esencial este indicador y para el mayor número de países de nuestro mundo mundial
.
En buen romance esto significa –lo comenté en anteriores colaboraciones– observar la relación del monto anual de energía primaria requerida para generar el monto anual de bienes y servicios, sin mayores complicaciones y, evidentemente, indicar las condiciones que permiten que la relación entre energía primaria consumida y bienes y servicios producidos sea decreciente. Y no sólo como señal neutra
de eficiencia, sino como elemento de justicia energética vinculado a la urgencia de abatir el daño ecológico, combatir el desastre climático y propiciar tanto mayor bienestar para las sociedades como también un nuevo panorama de justicia energética integral y, en consecuencia, un abatimiento gradual pero firme de la desigualdad.
¿Cuál ha sido –para poner el ejemplo que más nos llega, luego de nuestra propia situación– el comportamiento de la intensidad energética en Estados Unidos? Tengo a la mano datos de 1947 en adelante, pero con mis estudiantes de la UNAM retomo un trabajo de construcción de series más largas
, como acaso lo hicimos Carlos Morera –del Instituto de Investigaciones Económicas– y quien esto escribe, en el caso de la rentabilidad general de la economía, para el periodo 1920 a 2020 (Morera C. y Rojas J. A., La crisis capitalista y la rentabilidad: el ciclo económico estadunidense y la ley de la rentabilidad de Marx, 1929 a 2020
, en Sánchez Vargas, A., Ramírez López B., Nava Bolaños I., Nuevos horizontes económicos, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, diciembre 2022).
Otro ejemplo más de estas series de larga duración es el de los precios internacionales del petróleo de 1861 a 2024, hoy preparada por el Energy Institute ( Statistical Review of World Energy, 2025, 74a edición). Es una serie consolidada desde 1951 en el anuario de British Petroleum. Pues bien, en el caso de la intensidad energética de nuestros vecinos –y con números desde 1947– es posible identificar dos movimientos: estancamiento relativo, de 1947 a 1970, y descenso continuo, de 1970 hasta nuestros días.
Impresiona reconocer que actualmente nuestros vecinos utilizan una tercera parte de la energía primaria que consumían por unidad de bienes y servicios generados en 1947. Sin duda que impresiona. Y nos impresionarán otros casos que presentaré, con mayor avance en este sentido. En estudios e investigaciones sobre estos movimientos se buscan las razones. A decir de diversos especialistas –los veremos luego–, el mayor éxito en disminuir los requerimientos de energía por unidad de producto se explica por cuatro aspectos fundamentales: 1) sólidas y coherentes políticas de impulso social hacia la eficiencia energética, en todos los órdenes del balance de energía y en todos los usos finales de ella; 2) similar impulso hacia tecnologías avanzadas en todos los ámbitos de la vida social; 3) aliento a la modernización industrial, sobre todo en industrias tradicionalmente intensivas en energía; 4) cambios económicos estructurales que conducen –a pesar de ventajas y desventajas– a desplazar las industrias pesadas por esferas de servicios. Pero la controversia sobre estas cuatro razones y sus implicaciones será algo necesario a profundizar, y con ello las experiencias de otros países como Alemania, Argentina, Brasil, China, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Rusia, y sin duda, México. Muy interesante, aunque controversial. De veras.