
Sábado 26 de julio de 2025, p. 5
Una semana después de su nombramiento al frente de la recién creada Unidad Estratégica de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, el antropólogo Diego Prieto Hernández dijo en entrevista con La Jornada que el Estado mexicano necesita voltear a hacer una política pública muy sólida de trabajo comunitario y de atención al patrimonio vivo.
De manera breve delineó las cuatro funciones básicas de esta nueva área de la Secretaría de Cultura federal: la investigación, la promoción, la salvaguarda y la difusión, en una visión “más necesaria en este momento de transformación, de reconocimiento de la pluralidad y de configuración de los pueblos afromexicanos como sujetos de derecho público”.
Afirmó que se seguirán estudiando estas expresiones culturales, más aún porque en su vitalidad se transforman, “pero la investigación que vamos a impulsar es más participativa, de acción, le llamamos. Es decir, no simplemente extraer datos etnográficos para hacer algún libro de antropología, sino sobre todo tiene por objeto generar conocimientos desde la comunidad, con la comunidad y para la comunidad”.
Al participar en la inauguración del Encuentro de Mujeres Afrodescendientes en el Museo Nacional de Cultural Populares, en una de las primeras actividades públicas tras asumir en nuevo nombramiento, bromeó: “Hoy, un compañerito preguntó: ‘¿por qué culturas vivas, que hay muertas?’ ¡Pues claro que sí! Yo nunca he saludado a un teotihuacano y menos a un olmeca”, dijo el funcionario acostumbrado a estar “entre las pirámides, las culturas plasmadas en piedra y monumento, que son muy buenas también”.
Prieto Hernández explicó que el patrimonio vivo, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura no se conserva, sino que se salvaguarda, porque cuando tenemos patrimonio monumental sí hablamos de la conservación, una de las tareas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Pero, añadió, las expresiones del patrimonio vivo, esas cuya creación y recreación supone la intervención de sus portadores, de las comunidades, los entornos socioculturales, por naturaleza siempre están sujetos a un proceso de continuo cambio y transformación.
Pidió entender el término de la promoción cultural, otras de las acciones a emprender, con la idea de que esta acción implica contribuir a un movimiento que hacen los pueblos, no el Estado. “Las instituciones favorecen y acompañan los procesos culturales que atienden a lo que llamaría Guillermo Bonfil el control cultural de los pueblos y comunidades; es decir, que ellos se apropien de sus procesos y expresiones culturales y, por tanto, ahí adquieran un empoderamiento”.
Luego, definió que hablar de salvaguarda tiene que ver con cómo el Estado y las instituciones generan las condiciones para la reproducción de las expresiones culturales.
“Toda expresión cultural viva supone un conjunto de condiciones de diferente orden, como las territoriales, ambientales y sociales. Por eso es muy importante entender que cuando hablamos de patrimonio inmaterial no nos referimos sólo a cosas etéreas, sino que se sustenta en soportes materiales.”