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Andrómaco, la calle que se adaptó a la gentrificación
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▲ Esta callecita, donde aún hay negocios de barrio, destaca entre los lujosos edificios y tiendas.Foto Ángel Bolaños
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de septiembre de 2025, p. 27

Una franja de 50 viviendas populares en la calle Andrómaco, en la colonia Ampliación Granada, alcaldía Miguel Hidalgo, es un ejemplo de resistencia a la gentrificación.

Flanqueada por torres de 12 y 23 pisos, cuyos departamentos se ofrecen en el mercado inmobiliario en un promedio de 6 millones 900 mil pesos, o 450 mil dólares, y en renta por 28 mil a 45 mil pesos, sus más de 70 familias se han adaptado a los cambios generados por el proceso de renovación urbana de la llamada Nueva Polanco.

Sobre todo, destaca un incremento en la densidad de la población, en lo que antes fue zona industrial, plagada ahora de complejos habitacionales, oficinas, centros comerciales, hoteles y tiendas departamentales de grandes superficies y museos.

De lunes a viernes, a partir de las 13 horas, el andador de Cerrada de Andrómaco, que cruza hasta Ferrocarril de Cuernavaca, recibe a decenas de trabajadores de la zona, principalmente de oficinas, comercios e inmuebles en construcción, donde encuentran comidas corridas con menús variados y saludables a precio razonable, 100 pesos, sin recurrir a los sitios de comida rápida como los de las plazas Antara o Miyana, ni restaurantes cercanos donde el costo promedio por persona va de 500 a 2 mil 500 pesos.

Julio Pineda, ingeniero que trabaja en una obra, quien sale de su casa en Villa Nicolás Romero, estado de México, a las 4:50 de la mañana, para laborar a las 6 y prefiere hacer su comida en Cerrada de Andrómaco, dice: “aquí se come bien, te dan tus tres tiempos por 100 pesos; la otra serían los tacos y garnachas en la calle, pero aquí la comida es más variada”.

La Casa del Sazón, Ricarda Restaurante, Comedor el de Arriba, La Casa de las Cruces y Cocina Doña Mary son algunos establecimientos a los que acuden los empleados de la zona –ocasionalmente algunas familias de los lujosos departamentos e incluso turistas atraídos por la comida–, sobre todo los lunes “es un hervidero de gente”, dice Marcela Téllez, quien creció en la cerrada y en sus 54 años vio transformarse la zona de grandes naves industriales a enormes edificios.

Agrega que nunca se sintió amenazada por el auge inmobiliario ni tuvo temor por las obras que implicaron excavaciones de más de 30 metros junto a las viviendas; si bien hubo en su momento mucho ruido, polvo y se presentaron algunas cuarteaduras en muros, que fueron reparadas por las constructoras.

Rafael Esquivel, de 79 años, cuenta que llegó a vivir allí con su esposa hace 50 años, cuando se casaron, y recuerda que la Cerrada de Andrómaco tenía otro nombre, Lago Lomont, y cuando comenzaron los desarrollos inmobiliarios en la zona y retiraron algunas viviendas asentadas sobre la avenida Ferrocarril de Cuernavaca pensó que también podrían desalojarlos, “pero nunca nos vinieron a molestar”.