Desde el sismo del 85 empezaron a hundirse // Algunos las han abandonado


Viernes 3 de octubre de 2025, p. 35
A un costado de la estación Santa Marta del Metro, donde confluyen también el Trolebús y el Cablebús, la unidad habitacional Ermita Zaragoza es una zona marcada por el abandono. Vecinos cuentan que desde el sismo de 1985 sus viviendas comenzaron a hundirse, algunas bajaron entre 15 y 40 centímetros, otras se encuentran ladeadas, separadas entre sí hasta más de 25 centímetros.
Debajo corre una falla geológica que fractura las banquetas y ha formado grietas de casa en casa. En los pasillos el piso parece una montaña rusa debido a los hundimientos. En medio de este deterioro, decenas de familias han tenido que abandonar sus hogares, otros reconstruyeron como pudieron.
En la segunda sección de la colonia habita Horacio Martínez, cuya casa se ha separado poco a poco de la de sus vecinos. Explicó que el daño se debe a la grieta que atraviesa desde la unidad Tepozanes, perteneciente al municipio de La Paz, estado de México, y que se expande hacia su condominio.
“De una o de otra forma se va deteriorando la casa, las paredes y los aplanados porque se están moviendo”, contó. Dijo que conoce alrededor de 15 familias que se han desplazado. Sobre las viviendas mencionó: “varias ya las han estado tirando y aún así siguen teniendo afectaciones algunos vecinos”, señaló.
La reciente explosión de la pipa de gas LP en el puente de La Concordia volvió a estremecer la zona y acentuó las fisuras, incluyendo una barda aledaña que se curva como serpiente, la cual afecta también a la escuela primaria El Seguro del Maestro.
Esto ha provocado que los niños de cuarto, quinto y sexto grados asistan alternadamente a clases por el riesgo de que la barda pueda colapsar. “Se van rolando para no ocupar esa parte de la primaria y ocupan las aulas del lado donde no corren peligro”, relató Daniela, habitante de la zona.
Denunciaron que las autoridades conocen el problema desde hace años, pero sus respuestas no han sido efectivas, ni siquiera con programas implementados por el Instituto de Vivienda. “Las (casas) que han levantado son solamente de una planta, aunque hayas tenido dos o tres pisos”, dijeron.
Inés Mendoza, vecina desde hace cinco décadas, señaló que apenas este año colocaron adoquín en su calle, Congreso de Chilpancingo Sur, que antes era de tierra; sin embargo, ya presenta desajustes. Su vecino, Juan López, vive entre pisos, paredes y un techo lleno de grietas por donde se filtra el agua cada que llueve. “Uno no tiene a dónde irse a vivir”, expresó ante la imposibilidad de mudarse por temas económicos.
A ello se suman las inundaciones, coladeras rebasadas y el agua de color amarillento contaminada con basura, la cual llegan a filtrar hasta cinco veces para que sea utilizable.