“La gente nos agradece por hacer la feria; eso vale todo”, refirió Paloma Saiz, directora del encuentro // Destacó la actuación de la orquesta venezolana Juan José Landaeta

Lunes 20 de octubre de 2025, p. 2
La Feria Internacional del Libro (FIL) Zócalo Ciudad de México 2025, que cumplió un cuarto de siglo, “ha sido de las mejores que hemos tenido” y gozó de gran éxito, sintetizaron su directora, Paloma Saiz, y Paco Ignacio Taibo II, titular del Fondo de Cultura Económica (FCE), sobre el encuentro editorial y cultural que concluyó ayer.
El programa de actividades, desarrollado durante 10 días, incluyó música, presentaciones de libros, narración oral, poesía y conferencias en la Plaza de la Constitución, donde el cómodo y libre acceso permitió a millares de personas la búsqueda de títulos y un gran abanico de posibilidades artísticas, muchas dirigidas a niños.
Destacó el concierto al mediodía de la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. En un ambiente caluroso, la agrupación desarrolló una muestra de música festiva y popular de la región, que congregó a centenares de personas.
A cada interpretación, el entusiasmo del público por los más de 50 músicos jóvenes fue evidente. Ante la versión sinfónica de Alma llanera, los asistentes se dejaron llevar por el ritmo y la evocación de esta pieza, una especie de himno nacional venezolano alterno. Se les reconoció con potentes aplausos, que apagaron cualquier otro sonido entre la multitud de los que poblaron la tarde en el Zócalo, menos el “¡Viva Venezuela!”
Más tarde, los músicos se dieron al alegre paseo entre las carpas de la feria o por los espacios abiertos, a pesar de su indumentaria negra y la carga de los instrumentos. Varios, jubilosos, se tomaban fotos con sus compañeros frente al asta central de la explanada.
Paloma Saiz, fundadora de la Brigada para Leer en Libertad, refirió a La Jornada que la feria fue muy emotiva y el contento de la gente que la visitó. “Nunca había visto en otra feria el que la gente nos felicitara de esa manera; vas caminando y el público nos dice: ‘Gracias, gracias’. No lo dicen por alguna cosa en especial ni porque les regales libros, sino por hacer la feria. Eso verdaderamente lo vale todo”.
En esta edición 25, la Secretaría de Cultura obsequió ejemplares de títulos como Rosario Castellanos, de Felipe Ávila; Los migrantes que no importan, de Óscar Martínez, y La mala del cuento, de Vivián Mansour.
Sobre el cierre de esta FIL Zócalo, la promotora cultural contó que ha sido muy intenso. “La orquesta de Venezuela ha sido impresionante, y con el libro que están presentando en torno a ese país. Una feria además muy informativa, muy formativa y muy alegre. Estamos felices”.
La bandera monumental que ondea en el centro de la plaza produce una sombra que aprovechan muchas personas. Miran hacia los locales que albergan los casi 400 sellos editoriales. Se dirigen a buscar el que les interesa. La gran mayoría están presentes y son un mapa de la edición en grandes volúmenes y de las propuestas de los sellos independientes.
Los jirones de viento traen fragmentos de charlas o de las conferencias o mesas de reflexión que se realizan en los cuatro foros principales instalados en los extremos de la feria, con temas como Palestina, Venezuela y la política estadunidense hacia el resto del mundo. Se trata de un ajetreado día en un Zócalo lleno de vitalidad y posibilidades: comida, charla, disfrute, encuentro, paseo, poesía y música.
Se escucha el pregón continuado de los tepaches, la bebida tradicional dulce y con hielo. Una familia se encuentra en el centro de la explanada. Se muestran sus ejemplares y celebran lo que eligieron. Están alegres. “¿Adónde quieren ir?”, se preguntan, y una parte se inclina por seguir viendo libros, pero otra desea ir a Corregidora. Deciden reunirse dos horas después para comer juntos.
Los participantes comentaron que los foros han estado repletos, no sólo por la venta de libros, ya que se bajaron los precios gracias a la colaboración de los editores.
Es enorme la cantidad de selfis que se toman los asistentes, en las que hay familias, parejas con sus perros, grupos de amigos, personas en silla de ruedas. En el lugar campea la algarabía, los cruces de personas con intereses variados, muchísimos portando su libros, orgullosos o festivos.
En uno de los bordes del Zócalo, unas 200 personas, mayoritariamente lectoras adolescentes, esperan que Melissa Ibarra les dé su autógrafo.
Indudable crecimiento
En el local del FCE, unos 50 interesados atisban títulos, leen contraportadas con calma y minuciosidad, sobre todo los jóvenes. No parecen preguntarse si comprarán, sino cuál o cuáles. Ivette Martínez Magaña, una de las responsables de ese punto de venta, opinó que ha habido un indudable crecimiento después de la pandemia y que en esta ocasión las familias son los mayores compradores.
De la misma editorial, David Palacios agregó: “papás que vienen a buscar los libros que les piden a los estudiantes. Traemos texto científico, juvenil e infantil, para todos los intereses”. Informó que los libros más buscados ahí son los de las colecciones Vientos del Pueblo y Popular, y enseguida la dirigida a niños.
Al mediodía Cabaret Loaria Kids escenificó el espectáculo clown Luka y su otra mitad, en el que los artistas explican a los niños valores de convivencia y respeto.
En su última jornada, la feria albergó una conversación sobre la Global Sumud Flotilla, que intentó romper el cerco en el territorio palestino hace unos días, cuyos tripulantes fueron detenidos por el gobierno israelí en aguas internacionales. También se desarrolló la conferencia Palestina vive: Diplomacia, cultura y derechos humanos en tiempos de genocidio.
A las 16 horas, la periodista Pilar del Río, viuda y traductora de José Saramago (1922-2010), conversó sobre el Premio Nobel de Literatura portugués con Hermann Bellinghausen, Gerardo Pisarello y Jorge Zepeda Patterson. Más tarde, Luis Hernández Navarro, Alejandro Semo, Teresa Aguirre, Jaime Ortega y José Ángel Leyva charlaron en torno al libro La izquierda mexicana en su laberinto, (UACM/CEMOS).
El poeta chileno Raúl Zurita leyó algunos de sus poemas; la artista Amandititita presentó su libro Un día contaré esto, y Enrique Semo conversó sobre su libro La izquierda mexicana en su laberinto. La aún nutrida oferta cultural y artística marcaba ayer las últimas horas de esta feria.