a política mundial de población centrada en reducir las tasas de fecundidad cambió drásticamente en 1994 con el Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo realizada en El Cairo (CIPD, 1994). Este plan se enfocó en la calidad de los servicios de salud sexual y reproductiva, y por primera vez reconoció los derechos reproductivos, en especial de las mujeres.
Posteriores comités de seguimiento no han logrado avances sustantivos, con excepción de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, en la que los países de la región firmaron en 2013 el Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo (CMPD), ninguna otra región cuenta con una agenda tan progresista.
Entre diversas medidas, el CMPD acordó “aplicar el enfoque de derechos humanos con perspectiva de género e intercultural en los asuntos de población y desarrollo (…) con el fin de eliminar las desigualdades y fomentar la inclusión social..”; otro acuerdo es “promover políticas que aseguren que las personas ejerzan sus derechos sexuales (…) con respeto a su orientación sexual, e identidad de género, sin coerción, discriminación ni violencia ….”; también se incluyó “asegurar, en los casos que el aborto sea legal o esté despenalizado (…) la existencia de servicios de aborto seguro y de calidad…”.
Además se acordó “formular y ejecutar políticas, planes y programas de población que consideren la evolución de la estructura por edades, en particular el envejecimiento de la población (cuando hay más personas mayores que niñas y niños), las oportunidades y desafíos asociados a esta evolución en el mediano y largo plazo…”, y reconocer el descenso de la fecundidad y el incremento en la esperanza de vida como logros de nuestra región.
En América Latina los países muestran una disminución sostenida de la mortalidad y de la fecundidad que llevó a bajos niveles en ambas variables, y a un aumento significativo de la proporción de personas mayores. Los países de la región han experimentado un proceso de envejecimiento más rápido con respecto a otras regiones del mundo, en Europa el proceso tardó dos siglos.
La alta velocidad del proceso en nuestra región se debe al rápido avance de la transición demográfica en comparación con otros continentes, y se prevé para 2060 que la proporción de personas mayores se ubicará más cerca de los valores de América del Norte y Europa (CEPAL, 2023). El proceso de envejecimiento no es homogéneo, Cuba fue el primer país de América Latina y el Caribe en alcanzarlo, en 2011 su proporción de menores de 15 años igualó la de las personas mayores de 60 años.
El Programa Nacional de Población 2025-2030 que construye el gobierno de México tiene alineación con cerca de 90 medidas prioritarias del Consenso de Montevideo. Con una tasa de fecundidad de 1.7 hijos por mujer y 0.8 de crecimiento anual, ralentizar el crecimiento de la población y reducir la fecundidad ya no son nuestros retos, sino enfrentar los desafíos y generar condiciones de bienestar para que las personas logren la fecundidad deseada y un envejecimiento activo y saludable.
En la actual administración estamos construyendo la Estrategia Intergeneracional ante el Cambio de la Estructura por edad, la cual busca orientar las políticas de salud y de educación, de desarrollo, empleo y vivienda, de las pensiones y del sistema nacional de cuidados. La perspectiva de Curso de Vida es la base de la estrategia, la cual favorece la solidaridad entre las generaciones, y contempla los enfoques de igualdad sustantiva, diversidad, pertinencia cultural y vinculación al sistema de cuidados, se busca: atender y prevenir la salud de las personas menores, posponer la edad a la unión y erradicar la maternidad de niñas y adolescentes, ampliar el acceso a la educación media superior y superior así como al trabajo formal de la población mayoritaria de personas jóvenes y adultas, y garantizar un envejecimiento activo y saludable en las tres generaciones.
México registra una reducción histórica de la desigualdad, un descenso de 4 puntos en el Coeficiente de Gini en seis años, por primera vez ocupamos el segundo lugar más bajo en desigualdad entre los países de América.
Sin embargo, las uniones y la maternidad a edad temprana descienden lentamente, aunque se logró un descenso del 30 por ciento en la tasa de fecundidad de adolescentes, 50 nacimientos por cada mil adolescentes sigue siendo inadmisible. Con más de 100 millones de la población mexicana en edad laboral, un bono demográfico que durará 3 décadas más es una gran oportunidad por aprovechar.
El mayor desafío es ampliar el acceso al trabajo formal e incrementar el ingreso al mercado de la mitad de las mujeres mexicanas que aún están fuera, e incrementar las pensiones contributivas, a las cuales solamente accede 42 por ciento de los hombres y 25 por ciento de las mujeres. En esa ruta y para superar el desequilibrio y la conectividad regional, la Presidenta de México arrancó este año la construcción de 15 Polos de Desarrollo, que incluye la edificación de un millón de viviendas y más de 3 mil kilómetros de líneas ferroviarias.
Con grandes retos, esta semana México reafirmó en la sede de la CEPAL su compromiso con el Consenso de Montevideo, como una guía para reducir desigualdades y poner en el centro los derechos de las personas.
*Secretaria técnica de Conapo












