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La voz de Alice Zawadzki: poesía en sí misma
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▲ Alice Zawadzki, en imagen tomada del sitio web de la disqueraFoto ECM
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de noviembre de 2025, p. a12

El nuevo disco de Alice Zawadzki es una caricia en el alma.

Se titula Za Górami e incluye cinco piezas de la gran tradición cultural sefardí, además de música latinoamericana, medieval y una construida a partir de un poema de James Joyce.

La voz de Alice Zawadzki es uno de los grandes tesoros de la música actual: bella, elegante, tersa, alcanza lo sublime.

Estamos frente a uno de esos discos que nos llevan de asombro en asombro, nos deleitan y enamoran. Reúne música de gran belleza. Irresistible. Uno resulta mejor persona luego de escucharlo.

Este álbum es labor de un equipo de primera categoría: Alice en el canto y el violín; Misha Mullov-Abbado en el contrabajo y Fred Thomas en piano, percusiones, vielle (violín que llevaban a cuestas los trovadores que deambularon caminos y bosques durante los siglos XI y XIII).

La música oscila entre el tesoro de la lírica oriunda de varios países y la gran tradición de la música de cámara. Hay quienes clasifican la obra de estos músicos en el cartabón de jazz. Lo cierto es que se trata de una música inclasificable.

Ciertamente el trabajo de Misha Mullov-Abbado es el que responde más al compartimento estanco de jazz, aún así se trata de una música que amplía los territorios del pensamiento.

Misha es hijo de la gran violinista rusa Viktoria Mullova (Moscú, 1959) y del gran director de orquesta Claudio Abbado (1933-2014). Ella colabora en los discos de Misha, por ejemplo en el álbum Ansonia, donde el violín de Viktoria Mullova parece flotar entre las nubes blancas de sonido.

Misha se define en tres palabras: melodía, contrapunto y groove. Con esos tres elementos, dice, “puedo comunicar las partes de mi personalidad, desde mi sensibilidad extrema hasta mi estado sentimental, la alegría y el éxtasis, la excentricidad y lo no convencional”.

Sus hasta ahora dos discos propios son hermanos gemelos. Ambos dotan de paz interior al escucha. Soliloquios en contrabajo acústico que nos ponen en órbita de inmediato.

El otro integrante de este trío de ensueño, Fred Thomas, es un maestro del teclado. Una manera de calificarlo es mediante la escucha de su disco de transcripciones de Johann Sebastian Bach. No cualquiera.

La intervención de Fred Thomas en el disco que hoy nos ocupa es decisiva. Añade magia, suspense, dramaturgia. Además de técnicas pianísticas sorprendentes su labor con percusiones asombra por su elegancia, sentido de la oportunidad y elaboraciones exquisitas.

Tenemos entonces todos los elementos necesarios y suficientes para ingresar al Olimpo de la disquera ECM, la mejor en el planeta, cuya característica es la exquisitez musical, orientada por su fundador, el maestro Manfred Eicher.

El disco comienza con una obra cantada en ladino: Dezile a mi Amor, con una introducción mágica con el instrumento musical llamado vielle, a cargo de Fred Thomas y sobre esa nube de magia, la voz de Alice Zawadzki cae como la lluvia mansa sobre el bosque y es precisamente la palabra lluvia la que enuncia mientras Fred Thomas en las percusiones hace caer largos hilos de agua sobre nuestras cabezas y ella, Alice, canta:

la lluvia, ay, la lluvia
dezile a mi amor
si mi bien me quiere
que traiga la mula
y me lleve, ay
dezile a mi amor

Mojados por esa fina lluvia, estamos ya inmersos en un universo de ensueño. Suenan tambores como suenan los truenos y nos iluminan los relámpagos, escenificados por Misha Mullov-Abbado en su contrabajo activado con el arco. La pieza gana en intensidad mientras nosotros percibimos que algunos de los hilos de esa lluvia desciende desde nuestros ojos, entibiada por el rubor de nuestro rostro, porque frente a tanta belleza no hay otra respuesta que las lágrimas de felicidad.

Frases largas, vocales interminables, encanto de niña, el canto de Alice Zawadzki discurre como arroyuelos plateados que iluminan la noche del bosque.

Eso, la noche. Todo el disco posee la magia de la intimidad nocturna.

La siguiente pieza, Suéltate las cintas, del gran músico argentino Gustavo Santolalla. Luego, la hermosa pieza titulada Los bilbilikos presenta vocalizaciones alucinantes nacidas del aparato fonador de Alice, con una capacidad asombrosa de invención melódica en el instante.

La siguiente pieza, Tonada de Luna llena, fue escrita por el compositor venezolano Simón Díaz. Es un himno de amor, un himno a la noche, una velada hímnica frente a la que Novalis palidecería.

Canta Alice:

Yo vi de una garza mora
dándole combate a un río
así es como se enamora
tu corazón con el mío
y más adelante:

la Luna me está mirando
yo no sé lo que me ve
yo tengo la ropa limpia
ayer tarde la lavé

Escuchar los discos de Alice Zawadzki implica una sucesión interminable de asombros. Después de la belleza de su voz y la elegancia de los instrumentistas que hacen música con ella, es notable cómo ella tiene muchas piezas que canta en español.

Alice Zawadzki nació en el Reino Unido en 1985, hija de madre británica, lingüista, y padre polaco, historiador. “Mi madre habla perfecto español y vive rodeada de libros de poesía de Lorca y otros autores. Eso despertó en mí desde niña un encantamiento perenne. Hay algo en el idioma español que me habla directamente a mí”.

Y eso lo transmite al escucha. Uno siente que nos está cantando directamente.

El momento más bello de este disco, de por sí hermoso, es el track siguiente, Nani nai. Su belleza es indescriptible. Una canción de cuna. Y sentimos el apapacho en su voz de frases alargadas, de notas altas, muy altas pero bien sembradas en el piso. Una soprano de ensueño.

Enseguida, una canción francesa medieval: Je suis trop jeunette y luego Gentle Lady, a partir de un poema de James Joyce:

Gentle lady, don not sing
sad songs about the end of love
lay aside sadness and sing
how love that passes is enough

Esta pieza la compuso Fred Thomas inspirado en el canto gregoriano, “y el sonido del silencio de espacios resonadores, estáticos en armonías pero en libertad, con múltiples dimensiones del tiempo”.

La pieza antepenúltima, Dame la mano, posee una belleza estremecedora y la pieza final, Arvoles lloran por lluvias, en ladino, culmina a lo alto el esplendor del disco entero:

Arvoles lloran por lluvias
y montañas por aire
ansi lloran los mis ojos
por ti querido amante

Toda esa belleza está presente en el disco anterior de Alice Zawadzki, que también recomiendo con mucha alegría: Within You Is A World of Spring, de 2019, también con Misha Mullov-Abbado y Fred Thomas, además del guitarrista Rob Luft.

Hay también mucha poesía, desde el título, que proviene de un poema del autor danés Emil Aarestrup y ocho piezas de encantamiento.

Destaca la obra titulada Es verdad, a partir del poema de Lorca:

Por tu amor me duele al aire
el corazón
y el sombrero
y las sábanas de mi cama

Y también la hermosa pieza Superior virtue, que es poesía en sí misma. Pocas veces una voz es poesía en sí misma. Tan poderosa, tan plena, tan directa al corazón, como la pieza final, lo más hermoso que he escuchado en mucho tiempo: O mio amore.

La belleza del amor en estado puro.

X: @PabloEspinosaB

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