Viernes 14 de noviembre de 2025, p. 7
Antes de que existieran bocinas portátiles o playlists digitales, el organillo marcaba el ritmo de la vida urbana. Su sonido melancólico, profundo y reconocible acompañó serenatas, ferias y celebraciones populares, evocando las emociones de una nación que se reconstruía y redefinía su identidad en las primeras décadas del siglo XX.
El centenario oficio ahora se recuerda y su herencia vuelve a resonar en Odisea México, experiencia inmersiva en Plaza Carso, “donde un organillo auténtico recibe a los visitantes en la sala Coyoacán, un espacio dedicado a la esencia cultural y artística del emblemático barrio. Ahí, los asistentes pueden escuchar su sonido en manos de un organillero, observar su delicado mecanismo y, si lo desean, girar la manivela para experimentar cómo se genera su peculiar música”.
En el mes del aniversario de la Revolución Mexicana, es necesario recordar que la historia del país también se escribe con sonidos y uno de los más entrañables es el organillo, un instrumento que, durante más de un siglo ha sido parte del paisaje sonoro del México.
Aunque su origen técnico se remonta a Alemania a finales del siglo XIX, fue en México donde el organillo encontró un hogar permanente y un nuevo significado. Al paso del tiempo, sus melodías se llenaron de corridos y canciones populares como La Adelita o La Valentina, “piezas que reflejaron el espíritu de una época marcada por la búsqueda de libertad, esperanza y comunidad”.
En el marco del aniversario de la Revolución Mexicana, este instrumento recuerda que la historia no sólo se cuenta: también se escucha y acerca este oficio a nuevas generaciones.
Los visitantes pueden recorrer las 25 salas de Odisea México, de lunes a domingo, de 10 a 18 horas, en Plaza Carso, primer piso, en Lago Zurich 245, Ampliación Granada, Miguel Hidalgo. La experiencia inmersiva y sensorial se puede visitar del 14 al el 30 de noviembre.












