NARCOTRAFICO: CERTEZAS Y PREGUNTAS

El espectacular operativo policial realizado ayer en diversas ciudades de Colombia que dio por resultado la captura, "con fines de extradición" a Estados Unidos, de tres decenas de capos del narcotráfico y, a decir de las autoridades, el desmantelamiento de una importante organización dedicada a esa actividad delictiva y que operaba en varios países, entre ellos el nuestro, constituye sin duda un golpe de grandes dimensiones contra el crimen transnacional. La operación, asimismo, otorga un importante margen de maniobra, tanto en Colombia como ante Estados Unidos, al agobiado gobierno de Andrés Pastrana, y reduce la importancia de los cárteles como factor inocultable en los escenarios político, económico y social del país sudamericano. Vista de esa manera, la operación Milenio es un hecho positivo y esperanzador.

Por otra parte, de la información disponible hasta ahora sobre los preparativos y el desarrollo de la acción policiaca referida se desprenden dudas ineludibles. Según los despachos de agencias que consignan las declaraciones en las que el general Rosso José Serrano, jefe de la policía colombiana, dio a conocer el operativo, y de acuerdo con lo dicho al respecto por la secretaria estadunidense de Justicia, Janet Reno, los allanamientos y las capturas realizadas ayer en Medellín, Cali y Santafé de Bogotá, estuvieron precedidas por labores "de inteligencia" en Estados Unidos, Colombia y nuestro país, y, a decir de AP, "de los 31 arrestados, 29 cayeron en Colombia, uno en Ecuador y otro en México". Si tales aseveraciones son ciertas, es obligado preguntar, por un lado, quiénes -y en qué términos y condiciones- realizaron las tareas de inteligencia en territorio nacional; por el otro, si una de las detenciones ocurrió en México, como parece afirmarlo Associated Press, resulta incomprensible el silencio de la Procuraduría General de la República (PGR) o, en su caso, de la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Salud (FEADS). ƑBajo qué marcos legales, nacionales e internacionales, podría Colombia extraditar a Estados Unidos a un presunto delincuente capturado en México? Es urgente e ineludible que las autoridades nacionales den respuesta a tales interrogantes.

Desde otra perspectiva, debe considerarse que el operativo Milenio, aunque constituye un golpe formidable a la delincuencia internacional organizada, no incidirá un ápice en las causas profundas del narcotráfico ni contribuirá a reducir, y menos a erradicar, ese fenómeno. Si es cierto el dato mencionado por el general Serrano sobre las ganancias mensuales que obtenía la banda ahora desarticulada (unos cinco mil millones de dólares) por su trasiego de drogas duras de Colombia a Estados Unidos, pasando por México, entonces, más temprano que tarde, otras corporaciones ilegales y otros jefes mafiosos ocuparán los huecos generados por las capturas de ayer. Así ocurrió en Colombia tras el desmantelamiento de los cárteles de Medellín y Cali; así ocurrió en México después de las capturas de Caro Quintero, García Abrego, el Chapo Guzmán, el Güero Palma y después de la muerte de Amado Carrillo, entre otros célebres narcotraficantes.

Así ocurrirá también, previsiblemente, en tanto persista la prohibición de las drogas en Estados Unidos, que es el principal factor en el caldo de cultivo para el surgimiento y desarrollo de los cárteles latinoamericanos: a fin de cuentas, es esa prohibición la que genera los altos precios de las sustancias ilícitas y la que, en consecuencia, otorga posibilidades de obtener ganancias astronómicas -y amplios márgenes de impunidad, poder de fuego y capacidad de corrupción- a los individuos y grupos que se dedican a su producción, trasiego e introducción en el territorio del país vecino.