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México, D.F. viernes 24 de diciembre de 1999
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UNAM: ƑLA LUNA ES POR FIN PROPICIA?

SOL Parecería que la proximidad y el brillo de la luna han influido, como creían los antiguos, en las mentes y las reacciones de los dirigentes del Consejo General de Huelga (CGH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre los cuales tendería en este momento a imponerse una posición más realista, dispuesta a negociar realmente el fin de este largo y tan costoso conflicto, en términos de prestigio, para la principal universidad pública, y en términos políticos, para todo el país. En efecto, el CGH ha dejado de lado exigencias secundarias ųsobre la sede del diálogo, que hasta ayer quería fuese el auditorio Che Guevara, sobre la participación en el mismo de representantes del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA), o de la Preparatoria Popular Tacuba, por ejemploų y ha aceptado que la discusión pública se realice en el Palacio de Minería desde comienzos de la próxima semana.

Es posible que en este cambio de opiniones, además del encanto indudable de Selene, haya influido la conciencia de que la influencia del CGH en la opinión pública y entre los mismos estudiantes y personal de la UNAM se está restringiendo rápidamente, en particular desde los incidentes ante la embajada de Estados Unidos, denunciados por el mismo CGH como "obra de provocadores". Como fuere, lo cierto es que el barómetro tan bruscamente variable que marca todas las fases de la negociación entre los huelguistas y rectoría ahora parece pasar de "tormenta" a "tiempo inestable", y quizás a "buen tiempo".

Es sabido que a nadie conviene que la UNAM permanezca cerrada indefinidamente: ni a los alumnos, que esperan sólo volver a clases dignamente, ni a los que querrían redimensionar la máxima casa de estudios y la enseñanza pública, pero no pueden esperar realistamente el derrumbe de ambas ni, por supuesto, del país. El problema, por lo tanto, no es si abrirá o no sus puertas la universidad cerrada hace más de ocho meses, sino cómo, cuándo y para qué lo hará. Y eso es lo que debería discutir no sólo el congreso universitario que se prospecta, sino, en buena medida ųaunque en líneas generalesų, la mesa de diálogo, abrumada por nimiedades y por una táctica sutil de los representantes de rectoría destinada a lograr que los huelguistas se desprestigien solos ante los radioescuchas, para desgastar y devaluar el núcleo racional de sus reivindicaciones.

Es de esperar, por lo tanto, una reanudación inmediata del diálogo entre las partes para llegar lo antes posible al levantamiento negociado de la huelga y a la convocatoria del congreso universitario, donde todos ųestudiantes, trabajadores, académicos y rectoríaų puedan intervenir y ponderar sus respectivas propuestas de reorganización democrática y técnica de la UNAM y de elevación del nivel académico de la enseñanzaų y, además, una real discusión, clara y fundamentada, sobre las propuestas y las diferencias. Nunca es tarde para ayudar al país a saber lo que se trata.


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