Espejo en Estados Unidos
México, D.F. domingo 2 de enero de 2000
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CAMBIOS DEL AÑO NUEVO

SOL Más allá de las celebraciones y de los temores reales o ficticios vinculados a la llegada del 2000, el comienzo del nuevo año trajo consigo una serie de cambios que, presumiblemente, tendrán importantes repercusiones en el escenario mundial.

El primero de ellos, por sus significados histórico, geopolítico y económico, es la recuperación de la soberanía panameña resultante de la entrega del Canal de Panamá por parte de Estados Unidos. Desde el mediodía del pasado 31 de diciembre, el cumplimiento del Tratado Torrijos-Carter --firmado en 1977 entre Panamá y Estados Unidos-- terminó con décadas de ocupación extranjera y abre la auspiciosa posibilidad de que los ingresos provenientes por el tráfico de buques a través de la vía interoceánica sirvan para potenciar el desarrollo económico panameño. Además, si se tiene en cuenta la larga y dolorosa serie de intervenciones estadunidenses en Panamá --la más reciente en 1989--, la recuperación de la soberanía sobre el Canal permitirá fortalecer la identidad y la independencia de esa nación latinoamericana y pondrá fin a la intolerable discriminación y exclusión que padecían los panameños cuando intentaban ingresar a la zona ocupada por Estados Unidos.

Por otra parte, en el otro extremo del globo, la sorpresiva renuncia de Boris Yeltsin a la presidencia de Rusia marca también un momento de transformaciones en una nación agobiada por un capitalismo salvaje, por la proliferación de la corrupción y por la pérdida de gran parte de su capacidad económica y su influencia internacional. La dimisión de Yeltsin, motivada sólo en parte por sus graves problemas de salud, tiene también razones de índole política y de supervivencia personal. El primer ministro, Vladimir Putin --hechura política de Yeltsin y desde hoy encargado de la jefatura del Estado ruso-- acaba de emitir un decreto por el que otorga a su predecesor total inmunidad. Si Putin triunfa en los comicios rusos, como parecen indicar su elevada popularidad gracias a la cruenta guerra en Chechenia y el apoyo del aparato gubernamental que posee, Yeltsin evitará rendir cuentas por sus incontables excesos y evadirá las numerosas acusaciones que pesan sobre él y su círculo más cercano. Con todo, apartado Yeltsin del poder que detentó --de manera casi omnímoda-- desde la desintegración de la Unión Soviética, el escenario político ruso --donde los comunistas y los nacionalistas tienen un peso muy relevante y numerosas formaciones políticas se disputan el voto de una sociedad empobrecida y desesperanzada-- podría modificarse de manera insospechada, hecho que indudablemente tendría repercusiones importantes a escala global.

Finalmente, cabría esperar que la euforia y las elevadas expectativas suscitadas por la llegada del 2000 se traduzcan en una mejoría de los niveles de vida de las incontables personas que, en el mundo, padecen los rigores de la injusticia, la pobreza y la falta de libertad y oportunidades. De lo contrario, para millones de personas en el orbe, la llegada del 2000 no pasará de ser una vuelta más en un calendario cubierto de preocupación e incertidumbre.


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