ELIAN, DE VUELTA A CUBA
La decisión anunciada ayer por el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) de Estados Unidos, en el sentido de que el niño Elián González ųuno de los pocos sobrevivientes de un naufragio de balseros cubanos en el cual falleció la madre del menorų debe regresar a Cuba al lado de su padre, constituye un paso importante para resolver un diferendo absurdo entre Washington y La Habana.
El problema, en efecto, no tenía razón de ser; habría bastado con que la dependencia estadunidense referida, ante el fallecimiento de la madre, hubiese entregado a Elián a su progenitor, como lo marcan las leyes familiares de Estados Unidos, Cuba y casi todos los demás países. Pero la vacilación inicial de Washington para actuar en ese sentido dio pie a los sectores más exaltados de la comunidad anticastrista de Miami, los cuales explotaron a fondo la carga emocional del infortunio del niño para exigir, contra toda lógica y contra toda ley, que Elián fuese retenido en territorio estadunidense en calidad de ''refugiado político'', y que su custodia fuese atribuida a familiares suyos que residen en Florida.
A su vez, la reacción de las autoridades de La Habana ųempezando por el propio Fidel Castroų, en lugar de facilitar una solución eficiente al episodio, lo tornó más complicado, al convertirlo en un asunto de Estado y reducir así el margen político del gobierno estadunidense.
Por fortuna, y a diferencia de lo ocurrido en un primer momento, el régimen de la isla ha actuado con cautela ante la disposición del SIN de devolver a Elián a su país y a su padre. Con ello, el próximo episodio de la confrontación no tendrá por protagonistas a Washington y a La Habana, sino al SIN y a los núcleos beligerantes de la comunidad cubano-estadunidense, varios de cuyos exponentes anunciaron ya su decisión de oponerse en los tribunales al retorno del niño.
Es evidente, sin embargo, que no existe ninguna base para una acción en ese sentido, toda vez que la única persona que puede actuar legalmente en representación de Elián es su propio padre, el cual ha demandado el regreso del menor a Cuba. En tales condiciones, la estancia del infante en territorio estadunidense sólo podría prolongarse mediante una distorsión mayúscula de los principios elementales del derecho familiar, distorsión que además agravaría en forma imprevisible las diferencias históricas de las relaciones entre ambos países.
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