CHECHENIA: ƑHACIA EL OLVIDO?

La ofensiva militar de Moscú sobre Chechenia, que hoy por hoy es el más cruento de los conflictos armados en el mundo, ha ido desdibujándose del interés internacional. Ello a pesar de la matanza en curso en Grozny y que se cobra dos clases de víctimas: por una parte, los civiles que aún permanecen en esa capital no parecen tener más perspectiva inmediata que la muerte -de frío y hambre, en los sótanos de su ciudad asediada o bajo las bombas rusas-; por la otra, los soldados regulares de Moscú, atrapados entre la torpeza de sus mandos y el inesperado poder de fuego de los defensores de la ciudad. Los reportes cablegráficos más moderados hablan de casi un centenar de muertos durante el fin de semana, entre ellos un general ruso.

Ese panorama de muerte y destrucción, indignante e inaceptable, es parte del tablero político en el cual se definirá el futuro de la Rusia posYeltsin. El sucesor de éste, Vladimir Putin, ha decidido apostar su futuro como candidato presidencial en las elecciones de marzo próximo. La tragedia chechena es, también, el telón de fondo de las inesperadas negociaciones en la Duma entre los comunistas y la mafia en el poder, alineada por decreto en el partido Unidad. Adicionalmente, esa guerra está teniendo consecuencias imprevistas en las relaciones internacionales de Moscú, como lo fue la reciente escaramuza de expulsiones diplomáticas escenificada entre Rusia y Polonia.

Aunado a ello, la hipocresía y la doble moral de los gobiernos occidentales han sido puestas en evidencia en el curso del conflicto checheno. En efecto, el interés de Estados Unidos y la Unión Europea por resguardar los derechos humanos sólo tiene vigencia cuando la entidad que los viola es un régimen indeseable y desfavorecido en la correlación de fuerzas -como Bagdad y Belgrado. Pero la mafia que controla el Kremlin no sólo tiene el mando de los restos del poderío nuclear soviético, sino que ha abierto los mercados rusos, con todas sus oportunidades de negocio, a los capitales europeos y estadunidenses.

En tales circunstancias, ante la situación chechena Occidente se limita a emitir condenas tibias y comunicados fantasmales, y a expresar su inquietud simbólica en foros como la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que el jueves próximo analizará, en Estrasburgo, el tema de la guerra en el Cáucaso.

La comunidad internacional -entendida como gobiernos y organismos internacionales, pero también como el conjunto de las sociedades civiles de todos los países- debiera asumir un papel en la defensa de la vida en lo que queda de Grozny, porque lo que está en juego allí es, además de la existencia de sus habitantes, el futuro político inmediato de Rusia y el escenario diplomático en Europa oriental, la viabilidad de la ética en el tercer milenio.