EUROPA Y EL "VIEJO VIENTRE INMUNDO"
El famoso dramaturgo alemán Bertolt Brecht advertía, refiriéndose al fascismo, que "el viejo vientre inmundo sigue siendo fértil". El aumento del racismo y del chovinismo, como resultado de la larga crisis económica, con su secuela de millones de desocupados, y de la destrucción de los valores democráticos o tradicionales por las profundas transformaciones, provocadas por la mundialización, dieron razón póstuma al pesimismo brechtiano. La guerra en la ex Yugoslavia o en la ex Unión Soviética y los horrores de la "limpieza étnica" sacaron a luz, desgraciadamente, grupos nazifascistas y nacionalismos racistas que infectan nuevamente el Viejo Continente y amenazan también, junto con la democracia y la civilización, a los países árabes y africanos (cuyos ciudadanos son víctimas del nacionalismo de ultraderecha francés) y a Israel (que ve reaparecer el antisemitismo en Austria, en Rusia, en Alemania). Aunque la ONU demuestre que Europa, por su casi estancamiento demográfico y su poderío económico, necesita cientos de miles de trabajadores inmigrados para poder mantener su crecimiento, el monstruo irracional de la xenofobia perturba la mente de millones de europeos. La política de libre mercado para todas las mercancías, menos la fuerza de trabajo que encuentra barreras, muros de acero y policías para impedir su tránsito, fomenta ese sentimiento insano de odio al extranjero precisamente cuando la mundialización suprime las barreras entre lo "interno" y lo "externo" y tiende a unificar el mercado y las conciencias.
Ahora, en el país de Hitler, Austria, precisamente donde en las tres últimas décadas gobernó una socialdemocracia cuyo representante más progresista ųel canciller Bruno Kreiskyų era judío, existe la posibilidad de que se repitan las condiciones que llevaron en Alemania ųpor medio de eleccionesų al führer nazi, sobre la base de su alianza con las clases conservadoras y con los cristianos de derecha. La renuncia, en efecto, del canciller federal socialista Viktor Kleima, que en octubre había ganado las elecciones, abre el camino al fascista Jörg Haider, aliado con el derechista Partido Popular, antisocialista y democristiano de derecha. Un posible gobierno austriaco de la derecha con la extrema derecha tendría efectos letales en toda Europa pues alentaría el retorno al gobierno en Italia de una alianza similar entre Alianza Nacional, los fascistas de Gianfranco Fini, y la derecha cristiana encabezada por el magnate televisivo y condenado por la justicia, Silvio Berlusconi, además de reforzar tendencias similares en Alemania contra la alianza gubernamental entre socialdemócratas y Verdes, y en Francia, donde el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen tiene en muchas zonas más de 15 por ciento de los votos y cabalga el racismo antiárabe en los sectores populares.
Es evidente, además, que el fracaso de los planes de la Unión Europea de incorporación de otros países de Europa central y oriental, en el caso de tener que rechazar a gobiernos racistas en Austria o en otros países, más la caída del valor del euro por debajo del dólar, perdiendo casi 15 por ciento, muestra el deterioro, para el Viejo Continente, de su relación de fuerzas con Estados Unidos.
El aumento de las tasas de interés estadunidenses, en efecto, atrae capitales europeos y terceros, mientras que la inestabilidad políticosocial en Europa los ahuyenta.
Eso es particularmente grave para la Unión Europea que, en estos mismos momentos, combate también en Montreal contra las transformaciones genéticas en los vegetales alimenticios a las que algunos han ya calificado de "fascismo científico", y enfrenta a Washington en la cuestión agrícola, tan vital para la unidad europea.
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