Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 19 de febrero de 2000
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Editorial

ORO NEGRO PARA MEXICO, AUREO PARA EU

SOL Aunque a dólares estables (teniendo en cuenta la devaluación del billete verde), el precio del barril de petróleo no corresponde ni a la mitad del precio histórico en 1980, Estados Unidos presiona fuertemente para reducirlo y amenaza con maniobras financieras para expropiar a su favor el excedente de la renta petrolera de los países exportadores.

La causa es evidente: la economía estadunidense está recalentada, los hogares están endeudados al extremo, no hay ahorro de los particulares, un alto, altísimo, nivel de consumo es vital para mantener la prosperidad económica drogada. Además, el país está en el periodo prelectoral más importante, en el cual se decidirá quién será el próximo presidente, si el pálido demócrata Al Gore o el petrolero George W. Bush -hijo del ex presidente y ex director de la CIA-, respaldado por los ultraconservadores.

Con el galón de gasolina que duplicó su precio, con el combustible para la calefacción domiciliaria que lo triplicó, con un aumento enorme en la importación de productos que llevó a un récord histórico en el déficit de la balanza comercial, con la repercusión del precio del combustible sobre los de todos los productos y servicios, grandes devoradores de energía fósil, el gobierno teme ir a elecciones y que sus adversarios le devuelvan el ''it's the economic, stupid!'' (''šEs la economía, estúpido!'', la preocupación principal).

Por supuesto, Estados Unidos hizo la guerra del Golfo para dominar el petróleo de los países árabes, y las monarquías de esa región se someten fácilmente, contrariando sus propios intereses. Por supuesto, Washington quiere controlar el petróleo de la ex Unión Soviética y desviar su flujo de Rusia hacia Turquía, quitándoles a los europeos una base de aprovisionamiento, y el Kremlin, que cuenta con el apoyo de Clinton, simula entonces no darse cuenta.

Por supuesto, Estados Unidos piensa mantener las inmensas ganancias de sus empresas (lucros que podrían reducirse si tuvieran que repartir una mínima parte a los países exportadores de petróleo) y no en la suerte de los países pobres importadores de combustibles que, a la vez, deben pagarles la deuda externa y ven aumentar su factura petrolera. Por supuesto, a la Casa Blanca ni le pasa por la cabeza levantar el boicot contra Irak y dejar que ese país exportador lance al mercado el doble de su producción actual para comprar los alimentos y los medicamentos que necesita, y que la ONU le ha permitido adquirir.

Naturalmente, todas las frases sobre la libertad del mercado, sobre la ley de la oferta y la demanda según la cual el precio depende de ésta, van a parar a la basura y el aparato estatal estadunidense ejerce una presión política sobre los estados vasallos para impedir la constitución de una nueva OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo o cártel de productores).

Y, del mismo modo, los gobiernos de los países productores simulan olvidarse que el petróleo es un recurso no renovable, que por lo tanto tienen todo el interés del mundo en no acelerar el agotamiento de sus yacimientos y en vender caro este producto estratégico y, movidos por un enternecedor sentimiento de solidaridad con los consumidores de Estados Unidos, optan en cambio por bajar unilateralmente los precios del producto en el que tienen una "ventaja comparativa" y de los cuales depende no sólo la importación de sus alimentos y de su tecnología, sino también la posibilidad de reducir su deuda externa y su déficit público.

Para que Estados Unidos no se resfríe, todos le donan su sangre y sus vitaminas. ƑNo es conmovedora esa solicitud? ƑY qué leyes del mercado son esas que si la demanda favorece a México éste debe vender barato y, si no, igualmente debe atenerse a la ley de San Garabato, de comprar caro y vender barato?


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