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México, D.F. domingo 28 de mayo de 2000
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Editorial

NUEVO DEBATE, SEGUNDA LLAMADA

SOL Ayer, la atención y los medios de comunicación se volvieron a concentrar en los aspectos formales del debate televisivo entre los tres principales candidatos presidenciales. La presentación de cada uno de ellos, la imagen que dejaba, su capacidad para desenvolverse, fueron comentados como si se tratase de una sesión de mercadotecnia para mejorar la competitividad de cada producto o de la selección de personal directivo de una empresa entre gente intercambiable proveniente de otros campos. En el debate, en efecto, se reflejó la reducción de la política al mero juego de la disputa por los sufragios y la trasformación del mismo en una competencia en la ''oferta política'' para el ''mercado electoral''.

A la política-espectáculo -la cuidadosa selección de las camisas y de las corbatas, del tono del traje, del matizado azulastro de los cabellos entrecanos- se le sumó, una vez más, la frívola astucia publicitaria de los mensajes subliminales, de las palabras que engendran reflejos. Es cierto que el ingeniero Cárdenas buscó argumentar e intentó movilizar la memoria histórica, pero el llamado ''debate'' fue en realidad una hora y media de monólogos paralelos, con algunas acusaciones que iban de campo en campo, y no una discusión de proyectos de país.

La reforma del Tratado de Libre Comercio Norteamericano, así como la dependencia alimentaria extrema que sufre México, también quedaron en la zona oscura del debate, en el que aunque se mencionó la emigración o la necesidad de ayudar ''al campo'' -no a los trabajadores rurales y los emigrantes- no se dijo ni de pasada cómo, con qué fondos, con cuáles medidas. Además, imperó un tono presidencialista, ya que nada se habló sobre cómo reforzar el papel de los órganos de representación popular, desde los municipios hasta la Cámara, y el candidato del PAN prescindió siempre incluso de su partido y pidió apoyo para sí, no para un equipo o un proyecto, de modo que pareció demandar un cheque en blanco. Surge la pregunta: Ƒalguien cree todavía que hacer política es cambiar las conciencias para organizar personas, desarrollar el pensamiento crítico, hacer pensar, mover voluntades y sentimientos? Sin embargo, el país no puede avanzar si carece de ciudadanía, la cual se debe construir.

El consumo cada tantos años de productos políticos fabricados por expertos en mercadeo y en publicidad lleva, por el contrario, a la impotencia y la pasividad del llamado ''cuerpo electoral'', que no es un ente abstracto, sino que está compuesto por gente de carne y hueso cuyas capacidades hay que desarrollar, cuya comprensión hay que edificar. Es ciertamente importante que se haya podido llegar a una presentación de los diferentes candidatos principales, rompiendo el monopolio que imperó durante tantos años. Así, el verdadero debate, las propuestas sobre el cómo y cuándo de las acciones, el análisis de México en la mundialización, para bien y para mal, todavía debe hacerse.


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