CAJAS DE AHORRO: DESCUIDO OFICIAL Y PRIVADO
Decenas o cientos de miles de pequeños ahorradores en diversas entidades han sufrido o se encuentran en peligro de sufrir quebrantos patrimoniales debido a las irregularidades que han venido aflorando, desde el año pasado, en las cajas de ahorro, cooperativas de ahorro o cajas populares.
El encarcelamiento, a fines del año pasado, de Cirilo José Ocampo Verdugo, apodado Rey de las cajas populares, y la intervención oficial de la cooperativa sonorense El Arbolito, han puesto en la atención pública las irregularidades en la operación de esas instancias financieras informales y el panorama se ha complicado ante las sospechas gubernamentales de que estas organizaciones son utilizadas para lavar dinero procedente del actividades del narcotráfico.
Resulta obligado, sin duda, llevar las investigaciones correspondientes hasta las últimas consecuencias y deslindar y sancionar las responsabilidades que se encuentren. Asimismo, es claro que, después de todos los argumentos empleados en el discurso oficial para justificar en nombre de los ahorradores el pasado rescate bancario y los graves quebrantos que causó a la economía nacional, las autoridades financieras tendrían que idear mecanismos que permitan preservar el patrimonio de quienes depositaron sus ahorros en las cajas populares, y tendrían que hacerlo, a diferencia de lo que ocurrió con el Fobaproa y el IPAB, con plena transparencia.
De no proceder así, además del carácter corrupto e inmoral del salvamento bancario, quedaría en evidencia un clasismo inadmisible por parte del gobierno.
En una perspectiva más amplia, salta a la vista que la proliferación descontrolada de las cajas de ahorro es consecuencia, por una parte, del nulo interés oficial ante las necesidades financieras de millones de ciudadanos cuyo nivel de ingresos les cierra el acceso al ahorro y al crédito en las empresas bancarias; por la otra, de la falta de voluntad o de capacidad por parte de estas empresas para dar cobertura a los sectores económicos más necesitados de crédito y de mecanismos de ahorro.
El próximo gobierno, sea del signo que sea, tendrá que deslindarse de esta agraviante falta de interés por la orfandad financiera de los más pobres.
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