PRESIDENTE O GERENTE
Ayer, la oficina de prensa del candidato presidencial triunfador el 2 de julio, Vicente Fox, dio a conocer el procedimiento por el cual éste habrá de integrar el primer círculo de su equipo de gobierno: una "convocatoria" para que "los distintos organismos de la sociedad... envíen sus propuestas sobre aquellas personas que puedan participar en el próximo gabinete" (sic). Los aspirantes, según el comunicado, tendrán que reunir los requisitos de "amor a México, alto sentido de responsabilidad social, honestidad probada, reconocida capacidad y obtención de resultados". En "el proceso de búsqueda-localización de nuevos talentos" participarán "líderes sociales, organismos intermedios y empresas reclutadoras, entre otras", y luego el propio Fox escogerá a sus colaboradores inmediatos "partiendo de una amplia visión política y de las recomendaciones de los sectores consultados".
El insólito anuncio podría ser una cortina de humo, por demás innecesaria y absurda, para buscar una legitimación a decisiones ya tomadas por el virtual presidente electo en materia de integración del gabinete, o bien podría entenderse como una admisión tácita de que Fox ha ganado la elección presidencial sin tener una idea, así sea aproximada, de cómo y con quiénes piensa conformar su administración, lo cual, si fuera cierto, resultaría deprimente en tanto que culminación del proceso cívico más importante que ha vivido el país desde la conformación del Partido Nacional Revolucionario, en 1929.
La extrapolación de métodos gerenciales al ámbito del Poder Ejecutivo federal desvirtúa esa instancia de gobierno ųuna de las tres más altas del paísų, rebaja la investidura presidencial a la condición de agencia de colocaciones y distorsiona, si no es que anula, la significación política del presidente de la República. Más allá de esas implicaciones, graves y preocupantes, la convocatoria conlleva consideraciones que desembocan en el humor involuntario.
Habría que preguntarse, en efecto, de qué manera, con qué escala, podría medirse y acreditarse el "amor a México" y el "alto sentido de responsabilidad social" de los aspirantes a secretarios de Estado, o los criterios para "probar su honestidad": ƑBastaría, a este efecto, una simple constancia de no antecedentes penales?
En todo caso, el traspié político de anunciar la conformación del gabinete por la vía de concursos de oposición, o casi, puede remediarse con un pronto desistimiento público de tal idea. Pero no deja de ser lamentable que Fox empiece a malgastar su legitimidad --indudable--, su periodo de gracia y el beneficio de la duda que asiste a cualquier funcionario electo no en los primeros meses de su gobierno, sino seis meses antes de su toma de posesión.
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