TRES TRANSICIONES
En
los días por venir ocurrirán, en nuestro país, tres
procesos fundamentales de renovación de autoridades: el próximo
1o. de diciembre Vicente Fox Quesada tomará posesión como
titular del Ejecutivo Federal; cinco días más tarde, Andrés
Manuel López Obrador se hará cargo del Gobierno del Distrito
Federal; por último, el día 8 de ese mes Pablo Salazar Mendiguchía
iniciará su mandato como gobernador constitucional de Chiapas.
Se trata de situaciones políticas muy distintas,
pero las tres tienen como denominador común el ser productos de
la transformación democrática de México y el situarse,
por diversas razones, en el centro de la atención pública.
Sin duda, el relevo de mayor trascendencia será el de la Presidencia
de la República. En ese sentido, la nación está a
unos días de presenciar el inicio del primer gobierno federal no
priísta en ocho décadas, y esa circunstancia inédita
tiene una vasta carga de expectativas, temores, ambiciones, satisfacción,
amargura, esperanza y hasta nostalgia por el final del régimen que
persistió la mayor parte del siglo XX. Adicionalmente, el inicio
de la administración foxista suscita un gran interés en la
comunidad internacional y en el ámbito latinoamericano.
El también inminente inicio de la gestión
de López Obrador como nuevo jefe de Gobierno capitalino representa,
por su parte, una renovación fundamental en la administración
democrática del Distrito Federal, inaugurada por Cuauhtémoc
Cárdenas en 1997, y continuada por Rosario Robles. Será la
primera ocasión en que representantes populares provenientes del
PRD entreguen el poder a correligionarios en una gubernatura, y será
el primer mandato democrático sexenal que tenga la ciudad de México.
Para cerrar esa semana política fundamental, el
8 de diciembre Salazar Mendiguchía se hará cargo del Ejecutivo
chiapaneco. Con ello, y con la llegada de Fox a la Presidencia, se abrirán
nuevas perspectivas para resolver el más peligroso y exasperante
de los conflictos sociales que vive el país. La entidad contará,
por primera vez en su historia moderna, con autoridades no priístas.
Una constante de gran interés en los relevos mencionados
es que darán paso a mapas políticos caracterizados por la
pluralidad y el equilibrio entre fuerzas diversas: Fox y López Obrador
habrán de convivir con poderes legislativos mayoritariamente opositores,
en tanto que el próximo gobernador de Chiapas tendrá que
reflejar, en la composición de su equipo de gobierno, el abanico
de partidos que respaldó su postulación.
En los tres casos, las circunstancias dan pie a cierto
nerviosismo, natural por la novedad y las incertidumbres propias de toda
transición. Cabe hacer votos porque en los relevos en el Ejecutivo
Federal, el Gobierno capitalino y la gubernatura chiapaneca imperen el
civismo y el espíritu republicano y que la próxima semana
sea recordada en el futuro como principio de la consolidación democrática
del país y no como el inicio de una era de desórdenes institucionales.
VENGANZA O ADVERTENCIA
El asesinato de Juan Pablo de Tavira, perpetrado anoche en
Pachuca, introduce signos ominosos en el escenario nacional y obliga a
preguntarse qué movió a los intereses criminales que se expresaron
con ese acto abominable: el riesgo o la venganza.
Es lógico suponer, en efecto, que en su larga trayectoria
como funcionario policial y penalista, De Tavira haya tocado núcleos
delictivos que se hicieron el designio de asesinarlo. Cabe recordar, a
este respecto, que hace algunos años, el que fuera fundador del
penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez fue víctima
de un presunto atentado en su propio domicilio, cuando un vigilante intentó,
al parecer, intoxicarlo con gas doméstico. La investigación
respectiva se empantanó, como sucede con otras tantas en las instancias
de procuración de justicia, y el supuesto ataque jamás fue
esclarecido.
Por otra parte, es inevitable vincular el homicidio de
anoche con la visita que De Tavira realizó, en agosto pasado, al
presidente electo, Vicente Fox, a quien presentó un plan de seguridad
pública y de combate a la delincuencia.
La investigación del homicidio perpetrado anoche
habrá de enfrentar, además de los intereses delictivos que
son de suponerse, la difícil circunstancia del cambio de autoridades.
Con todo, resulta obligado discernir si De Tavira fue asesinado por su
pasado o para evitar que, en el futuro inmediato, volviera a la actividad
policial o penitenciaria, así como esclarecer la identidad del o
los responsables y hacer justicia. La impunidad no debe seguir campeando
por sus fueros en el país. |