POSIBLE REANUDACION DEL DIALOGO
Cambiar
la lógica militar por la lógica política como premisa
para reanudar el diálogo en Chiapas es el primer paso de Vicente
Fox para encarrilar el conflicto hacia el camino de la paz. Durante su
campaña prometió la retirada en etapas de los efectivos militares
del territorio zapatista y ha empezado a cumplir. Por instrucciones del
Presidente, el Ejército ha iniciado la retirada parcial de la zona
de influencia. Asimismo, Fox ratificó su compromiso de enviar como
iniciativa al Congreso el documento emanado de los acuerdos de San Andrés
Larráinzar. Y ayer mismo, se comprometió, según lo
indicó su vocera Martha Sahagún, a "evaluar a fondo" las
siete demandas del EZLN anunciadas por el subcomandante Marcos como condicionantes
para reanudar el diálogo.
En conferencia de prensa, Marcos valoró positivamente
las primeras señales del gobierno; no obstante, consideró
indispensable para poder retomar el camino del diálogo convertir
en ley los acuerdos de San Andrés, la liberación de los zapatistas
presos y la completa desmilitarización de la zona.
Ambas partes demostraron disposición para restablecer
la negociación truncada desde septiembre de 1996, cuando el gobierno
federal incumplió los acuerdos de San Andrés. Tanto el nuevo
gobierno como el EZLN mandaron una primera señal que ha sido bien
recibida en los ámbitos nacional e internacional. Sin embargo, es
todavía temprano para echar a volar el optimismo. La problemática
en Chiapas trasciende al retiro parcial de las tropas y a la aprobación
de una ley sobre derechos y cultura indígenas, que puede estancarse
en la discusión legislativa. El problema es mucho más complejo
y no basta con distender la relación con los zapatistas. El nuevo
gobierno ha dado un firme primer paso, demostrando con hechos el anhelo
de resolver el problema de los pueblos indígenas, y debe mantenerse
en ese sentido.
La presencia de Marcos junto a 23 comandantes del EZLN
en la ciudad de México, anunciada por el líder zapatista
para febrero, representa el fin del aislamiento y una nueva postura del
zapatismo ante el gobierno y la sociedad. Sin embargo, los zapatistas aciertan
en dudar, en poner condiciones. Casi siete años de agobio militar,
negociaciones infructuosas e incumplimientos por parte del gobierno justifican
su previsión.
La figura de Luis H. Alvarez como interlocutor ha sido
bien recibida por la cúpula zapatista y su papel será fundamental
en la posible reanudación del diálogo. Las cartas están
puestas. El rumbo lo definirá la voluntad política de las
partes, la capacidad de respuesta en el Congreso y los prometidos logros
en materia social y de resolución al problema indígena.
El impasse de la transición ha concluido. Los tiempos
de las promesas y los buenos deseos han quedado atrás. Es la hora
en que el nuevo gobierno se topa de frente con la realidad. Afrontar el
conflicto en Chiapas es un signo de voluntad política que marca
las primeras horas del gobierno de Vicente Fox.
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