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México, D.F. domingo 3 de diciembre de 2000
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Editorial
 

POSIBLE REANUDACION DEL DIALOGO

SOLCambiar la lógica militar por la lógica política como premisa para reanudar el diálogo en Chiapas es el primer paso de Vicente Fox para encarrilar el conflicto hacia el camino de la paz. Durante su campaña prometió la retirada en etapas de los efectivos militares del territorio zapatista y ha empezado a cumplir. Por instrucciones del Presidente, el Ejército ha iniciado la retirada parcial de la zona de influencia. Asimismo, Fox ratificó su compromiso de enviar como iniciativa al Congreso el documento emanado de los acuerdos de San Andrés Larráinzar. Y ayer mismo, se comprometió, según lo indicó su vocera Martha Sahagún, a "evaluar a fondo" las siete demandas del EZLN anunciadas por el subcomandante Marcos como condicionantes para reanudar el diálogo.

En conferencia de prensa, Marcos valoró positivamente las primeras señales del gobierno; no obstante, consideró indispensable para poder retomar el camino del diálogo convertir en ley los acuerdos de San Andrés, la liberación de los zapatistas presos y la completa desmilitarización de la zona.

Ambas partes demostraron disposición para restablecer la negociación truncada desde septiembre de 1996, cuando el gobierno federal incumplió los acuerdos de San Andrés. Tanto el nuevo gobierno como el EZLN mandaron una primera señal que ha sido bien recibida en los ámbitos nacional e internacional. Sin embargo, es todavía temprano para echar a volar el optimismo. La problemática en Chiapas trasciende al retiro parcial de las tropas y a la aprobación de una ley sobre derechos y cultura indígenas, que puede estancarse en la discusión legislativa. El problema es mucho más complejo y no basta con distender la relación con los zapatistas. El nuevo gobierno ha dado un firme primer paso, demostrando con hechos el anhelo de resolver el problema de los pueblos indígenas, y debe mantenerse en ese sentido.

La presencia de Marcos junto a 23 comandantes del EZLN en la ciudad de México, anunciada por el líder zapatista para febrero, representa el fin del aislamiento y una nueva postura del zapatismo ante el gobierno y la sociedad. Sin embargo, los zapatistas aciertan en dudar, en poner condiciones. Casi siete años de agobio militar, negociaciones infructuosas e incumplimientos por parte del gobierno justifican su previsión.

La figura de Luis H. Alvarez como interlocutor ha sido bien recibida por la cúpula zapatista y su papel será fundamental en la posible reanudación del diálogo. Las cartas están puestas. El rumbo lo definirá la voluntad política de las partes, la capacidad de respuesta en el Congreso y los prometidos logros en materia social y de resolución al problema indígena.

El impasse de la transición ha concluido. Los tiempos de las promesas y los buenos deseos han quedado atrás. Es la hora en que el nuevo gobierno se topa de frente con la realidad. Afrontar el conflicto en Chiapas es un signo de voluntad política que marca las primeras horas del gobierno de Vicente Fox.
 

 

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