RESISTENCIA CIUDADANA A NOMBRAMIENTOS DE BUSH
El mismo día que el presidente electo de Estados Unidos,
George W. Bush, designó al ex senador republicano John Ashcroft
como procurador general, diversas organizaciones de defensa de los derechos
civiles de las minorías advirtieron una ''intensa campaña''
para evitar, en el Senado, la aprobación del nombramiento del ''ultraconservador
Ashcroft''. En este contexto, el activista demócrata y ex precandidato
presidencial, Jesse Jackson, hizo un llamado a los senadores del Partido
Demócrata para votar en contra de la postulación, y advirtió
que los grupos de derechos civiles se sumarán a organizaciones sindicales
para promover el rechazo e impugnación del nombramiento.
La designación de Ashcroft, cristiano devoto conocido
por su anclada posición en contra del aborto, su defensa al derecho
a portar armas y mantener la pena de muerte, fue una concesión de
Bush a las exigencias de mayores posiciones en el gabinete --bajo amenazas
de división y ruptura-- de la derecha más radical del Partido
Republicano.
La decisión de Bush de acceder a las demandas del
ala más conservadora de su partido, ha generado el repudio y resistencia
de importantes sectores de la sociedad estadunidense, que anunciaron una
serie de movilizaciones durante las audiencias en el Senado y con motivo
de las celebraciones del Día de Martin Luther King.
Con Ashcroft como fiscal general, Bush encontrará
muchos obstáculos para dar cumplimiento a sus promesas de campaña
en favor de las minorías. En opinión de diversos líderes
sociales estadunidenses, es un total desatino del presidente electo designar
a un candidato a procurador con un récord tan negro en materia de
derechos y libertades civiles. Señalan que él fue el responsable
de detener el intento de nombrar como juez federal al primer magistrado
negro de la Suprema Corte de Missouri, Ronnie White, y aceptó un
diploma honorario de la Universidad Bob Jones, institución de la
derecha cristiana que hasta hace poco prohibía el matrimonio entre
diferentes razas. Evidentemente, Bush no midió las consecuencias
de ceder a la presión de la derecha radical y ahora empieza a pagar
las consecuencias.
Otro nombramiento que generó el inmediato rechazo
de organizaciones de derechos civiles es el de la activista hispana Linda
Chávez, como secretaria del Trabajo, quien, a pesar de cargar en
el nombre y apellido su origen, no ha destacado precisamente por ser una
tenaz defensora de los derechos de los trabajadores y en contra de la discriminación
a las minorías. Basta recordar su tímida labor al frente
de la comisión de derechos civiles en el gobierno de Ronald Reagan.
No obstante, fue designada por Bush por su apego al cumplimiento de las
normas gubernamentales en su trabajo como presidenta del Centro para la
Igualdad de Oportunidades, de Washington.
Luego de dar a conocer a 14 de sus más cercanos
colaboradores, de los cuales 13 son republicanos y uno demócrata,
Bush tendrá que esperar a que los nuevos miembros del 107 Congreso
de Estados Unidos --donde el Senado se divide 50 a 50 entre republicanos
y demócratas-- confirmen o desaprueben los nombramientos para la
composición del gobierno que entrará en funciones a partir
del 20 de enero próximo.
La controversia en la designación de Ashcroft y
Chávez, será uno de los primeros retos de un Senado dividido
a la mitad. ¿Concederán los demócratas la fiscalía
general a la ultraderecha republicana, o harán caso al llamado de
resistencia social de sus electores?
No sería una sorpresa que, en caso de ser desaprobado
por el Senado, Ashcroft proponga a Bush mandar a ejecutar a los líderes
de la resistencia. |