EL TAJIN: DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL
La realización, por parte del gobierno veracruzano,
de un festival de primavera en la zona arqueológica de El Tajín,
ha dado lugar a expresiones de protesta por parte de diversos sectores
académicos e intelectuales, quienes, desde el año pasado,
señalaron que tales actividades causaban daños a esa parte
fundamental del patrimonio arqueológico nacional.
En 2000, las muestras de rechazo al festival contribuyeron
a que fuera un acto deslucido, además de cuestionado. En el presente,
los trabajadores sindicalizados del Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH) han anunciado protestas y movilizaciones en caso de que
esa dependencia autorice actividades similares.
El conflicto tiene varios aspectos que deben ser mencionados.
Por principio de cuentas, resulta preocupante que las autoridades de Jalapa
anuncien ya, con bombo y platillo, un acto que aún no ha sido aprobado
por la máxima autoridad nacional en materia de conservación
del patrimonio histórico y arqueológico, y la cual tiene
a su cargo el control de los sitios prehispánicos. Pareciera como
si el gobierno veracruzano pretendiese colocar al INAH ante un hecho consumado;
en esa medida, la actitud estatal evoca, aunque en una escala menor, la
creciente renuencia de diversas gubernaturas priístas a acatar los
lineamientos de la Federación, ahora que ésta ya no se encuentra
en manos del Revolucionario Institucional.
Las medidas unilaterales e inconsultas del gobierno veracruzano
para realizar en El Tajín actividades potencialmente dañinas
para el sitio podrían convertirse en la semilla de un conflicto
innecesario y riesgoso.
En otro sentido, la reacción de los trabajadores
sindicalizados del INAH en defensa del sitio arqueológico deja en
evidencia que la dirección del organismo no está actuando
con la firmeza ni la resolución que le son demandables en el cumplimiento
de su tarea. La directiva sindical ha esgrimido argumentos atendibles para
oponerse a la realización de un nuevo festival en ese importante
vestigio de la cultura totonaca, como el daño que se causó
el año pasado al Juego de Pelota.
Tales señalamientos no han sido respondidos por
el INAH, el cual ha perseverado, por el contrario, en la actitud tibia
y ambivalente asumida durante el sexenio pasado ante circunstancias similares.
En el momento actual es preciso que la institución asuma sus obligaciones
legales y adopte una postura clara e inequívoca en defensa de El
Tajín y del conjunto del patrimonio histórico y arqueológico
de la nación. Pero también, el hecho vuelve a llamar la atención
sobre la necesidad de revisar y, en su caso, actualizar la reglamentación
que rige al patrimonio histórico. |