RECORTE EN ARGENTINA
El ministro de Economía de Argentina, Ricardo López
Murphy, anunció un recorte al gasto público por unos 2 mil
millones de dólares para este año, y de 2 mil 485 millones
para el 2002, con lo que pretende reducir el déficit fiscal y sacar
al país de un largo --casi tres años-- estancamiento económico
combinado con una elevada tasa de desempleo.
Como era de esperarse, el conjunto de medidas restrictivas
anunciado por López Murphy contó con el respaldo del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI), éste último, organismo financiero que
otorgó hace poco más de dos meses al gobierno argentino un
paquete de ayuda económica de 40 mil millones de dólares.
El mismo día del anuncio, el jefe de misión
en Argentina del FMI, Thomas Raichman, reiteró su apoyo al recién
nombrado ministro de Economía: "El mundo está esperando que
Argentina tome las riendas y dé un golpe de timón".
Efectivamente, Argentina dio un "golpe de timón",
pero no cambió la ruta en beneficio de los argentinos, sino que
se decidió por el rumbo que exige --impone-- el FMI, el mismo que
marca los intereses de los grandes inversores y que responde a la ideología
y pragmatismo de los países más desarrollados. Es decir,
Argentina decidió ceder parte su soberanía, por lo menos
en materia de política económica, ante las presiones de estos
organismos supranacionales.
La barbarie capitalista parece acorralar a los países
que no pertenecen al selecto club de la riqueza mundial. Pero, al margen
del debate sobre la dependencia económica y la consecuente pérdida
de soberanía nacional de los Estados, resulta por demás alarmante
que los países obligados a recortar su gasto lo hagan, en su gran
mayoría, en los rubros sociales.
A partir de la próxima semana el gobierno argentino
suspenderá temporalmente 300 mil pensiones, pedirá el retiro
voluntario de 10 mil empleados públicos, eliminará secretarías
y liquidará empresas que pertenecen al Estado. También fomentará
una reforma para aumentar los ingresos del Estado con el incremento en
22% del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) a los sectores que
no pagaban el gravamen, y completará el llamado "ajuste sobre el
ajuste" iniciado el año pasado con una rebaja de 12% a los salarios.
Mientras el gobierno de Fernando de la Rúa se alinea
con las grandes organizaciones financieras del mundo, en el interior del
país se ha desatado una crisis política que ya costó
la renuncia del ministro del Interior, Federico Storani. Dirigentes de
las centrales sindicales y de los gremios que representan a los maestros,
informaron que tomaran "medidas de fuerza" en contra del programa económico.
La resistencia social ante la ley Murphy en el país sudamericano
converge en la amenaza de una huelga general.
Los "ajustes" al estilo del FMI los conocemos muy bien
en México. Sus beneficios son para pagar deuda y conservar capitales
extranjeros; la sociedad, en cambio, paga los platos rotos de estas medidas
que han demostrado su ineficacia.
En diversos foros, estos organismos financieros han reconocido
el dramático incremento de la pobreza en el mundo como consecuencia
de las políticas económicas que ellos mismos fomentan, pero
no ha virado un ápice el rumbo de sus medidas. Por el contrario,
como se acaba de constatar en Argentina, siguen imponiendo el camino del
neoliberalismo, no obstante que los costos sociales --humanos-- sean irreparables.
Y para que no quede duda, el BID inicia mañana su 42 asamblea general
con la mirada puesta en los altibajos de la economía latinoamericana
y la situación de Argentina tras el recorte. A estas alturas, quién
les cree.
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