DF: DELINCUENCIA Y ABUSO DE AUTORIDAD
Los lamentables sucesos ocurridos el sábado pasado
en Tepito, en los que un menor perdió la vida y otras 23 personas
resultaron lesionadas o intoxicadas, pone de manifiesto, una vez más,
el complejo tejido delictivo que por momentos parece cercar a la sociedad
y a las instituciones de la capital de la República.
Por principio de cuentas, para nadie es un secreto que
ese barrio del centro de la ciudad es, desde hace mucho tiempo, bastión
y fortaleza de organizaciones criminales dedicadas al contrabando, la prostitución
y el tráfico de drogas y armas. Tepito es un paréntesis visible
en el estado de derecho y la punta de un iceberg de ilegalidad que se extiende
mucho más allá de ese rumbo capitalino y más allá
del Distrito Federal.
Tampoco puede ignorarse que, en las corporaciones policiales
preventivas y judiciales, tanto de la capital como del país, están
presentes hábitos de impunidad, prepotencia y abuso --además
de una escandalosa corrupción-- que constituyen otros tantos fenómenos
delictivos.
Ambos factores confluyeron en los trágicos hechos
del sábado pasado, suscitados cuando un grupo de agentes judiciales
se presentó inopinadamente en el barrio referido para cumplir una
orden de aprehensión por una acusación menor contra la dirigente
de comerciantes tepiteños María Rosete, y fueron agredidos
por vecinos del lugar con piedras, tubos y botellas.
El jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel
López Obrador, y el procurador del Distrito Federal, Bernardo Bátiz,
han expresado su determinación de esclarecer la muerte del joven.
El primero destacó que hubo abuso de autoridad durante el operativo,
el cual debe ser investigado y castigado, y el segundo manifestó
que la torpeza con que se planeó y ejecutó la orden de aprehensión
puede llevar a sancionar a los responsables. Ello, independientemente de
que se investiga por el homicidio del menor a los agentes policiales que
estuvieron presentes en la operación.
Sin embargo, no debe eliminarse la posibilidad de que
todo el incidente haya sido algo más que la infortunada confrontación
entre las mafias que controlan el barrio bravo y unos servidores públicos
abusivos, irresponsables y poco juiciosos, y que se haya tratado de una
provocación y de una emboscada política, acaso diseñada
por las dos expresiones de la delincuencia: la tepiteña y la policial.
Y es que no debe olvidarse que las organizaciones criminales que operan
en el país parecen empeñadas en enviar a las autoridades
de todos los niveles e instancias pruebas y mensajes de su determinación
a resistir, enfrentar y derrotar los intentos de depuración, saneamiento
y lucha contra la impunidad. |