.
PROTEGER A LOS CONNACIONALES
El
próximo fin de semana habrá de iniciar, en San Antonio, Texas,
un encuentro de alto nivel entre los gobiernos de México y de Estados
Unidos para analizar medidas orientadas a crear condiciones mínimas
de seguridad en la frontera común y a combatir el tráfico
de personas, así como a iniciar la regularización de trabajadores
mexicanos que viven en el país vecino privados de derechos y de
protección legal. En la reunión participarán, por
la parte mexicana, el canciller Jorge G. Castañeda y el secretario
de Gobernación, Santiago Creel, mientras que por la estadunidense
acudirán el secretario de Estado, Colin Powell, y el secretario
de Justicia, John Ashcroft.
La pertinencia y la urgencia de avanzar en la negociación
bilateral en materia de migración ha sido dramáticamente
recalcada por la muerte, esta semana, de 14 indocumentados mexicanos en
el desierto de Yuma, Arizona, cuando se internaban en territorio estadunidense
y fueron abandonados a su suerte por un pollero que aún se encuentra
prófugo. Por si hiciera falta, esa tragedia ha dejado en claro que
el principal empeño diplomático mexicano ante Washington
ha de orientarse a lograr el reconocimiento de la importancia económica
y cultural del flujo migratorio de mexicanos y convertir tal reconocimiento
en instrumentos bilaterales que regulen el tránsito de trabajadores
de un país a otro y eliminen los peligros naturales, la persecución
policial y el criminal tráfico de personas que hoy enfrentan los
connacionales que acuden al país vecino en busca de mejores perspectivas
y condiciones de vida.
Ciertamente, como lo señaló el canciller
Castañeda, lo anterior no puede lograrse de la noche a la mañana,
especialmente si se consideran las décadas de inacción y
pasividad al respecto por parte de los regímenes priístas.
En este sentido, la prioridad absoluta consiste en evitar
nuevas muertes en las zonas de colindancia --tanto si se trata de decesos
provocados por las inclemencias de los entornos naturales como si se habla
de migrantes asesinados a balazos por efectivos de la Patrulla Fronteriza
o de civiles voluntarios--, y para ello resulta obligada la cooperación
binacional. Pero no deben descuidarse la búsqueda de mecanismos
para dignificar la estancia de los trabajadores mexicanos en tierras de
la Unión Americana ni el establecimiento de acuerdos migratorios
que empezarán, seguramente, por un incremento de las cuotas de visas
para mexicanos y que deberán culminar con una política de
fronteras abiertas congruente con el Tratado de Libre Comercio ya vigente
entre ambos países.
Cabe esperar, pues, que en el próximo encuentro
de San Antonio se logren avances significativos en esos temas y no sea
una mera reunión más llena de buenas intenciones sin compromiso.
|