¿AVANCES IMPORTANTES EN MATERIA MIGRATORIA?
Si
algo quedó claro después de la reunión en Washington
de los titulares de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda, y
Gobernación, Santiago Creel, con el secretario de Estado, Colin
Powel, y el procurador de Justicia, John Ashcroft, es que los gobiernos
de ambos países no tienen la menor prisa por encontrar soluciones
a la migración mexicana indocumentada al vecino país del
norte.
Pese a que haya quienes consideran la reunión como
un hito en la historia de la relación bilateral, este tipo de encuentros
no representa ninguna novedad. Hace 11 años, por ejemplo, el llamado
Grupo de Trabajo sobre Migración y Asuntos Consulares inició,
en el contexto de la Comisión Binacional México-EU, una serie
de reuniones periódicas para avanzar en las negociaciones sobre
este fenómeno. Sin embargo, durante este periodo no hubo ningún
cambio considerable en la política migratoria y se registró
una intensificación del flujo de indocumentados.
Si bien es cierto que el tema ocupa actualmente un lugar
prioritario en la agenda bilateral y que EU le está dando mayor
importancia, las declaraciones de los políticos de ambos países
apuntan a un intenso y prolongado debate en EU, antes de que el Congreso
de ese país apruebe cualquier cambio fundamental de política
migratoria.
El agudizamiento de las disparidades económicas
entre ambos países, la demanda de fuerza de trabajo migrante, las
medidas represivas de control en la frontera, las violaciones a los derechos
humanos, los ingresos que representan para México y la secular tradición
migratoria son algunos de los factores que han complicado las negociaciones
diplomáticas.
El tema es espinoso y el gobierno estadunidense --como
en todos los temas de la agenda bilateral-- es el que ha llevado la sartén
por el mango y marcado el ritmo en las negociaciones. Y a la luz de lo
ocurrido ayer, lo seguirá haciendo.
Desde su nombramiento, el canciller Castañeda dijo
que México asumiría una postura firme para promover un cambio
en la política migratoria en favor de los derechos de los connacionales
que radican en EU. Pero ayer nadie habló de programas de regularización
o legalización ni de propuestas concretas en materia de derechos
humanos. El titular de la SRE se limitó a indicar que se están
realizando "avances importantes".
Nuevamente la tibia iniciativa mexicana dependerá
de los resultados del debate en EU entre las fuerzas políticas,
sindicatos, cámaras comerciales, el sector religioso y los representantes
del gobierno de Bush. Así, pueden pasar otros 10 u 11 años
antes de que el Congreso estadunidense reciba un proyecto consensado.
El fenómeno migratorio es un problema estructural
y el principal factor que lo ocasiona es la expulsión de fuerza
de trabajo debido a carencias económicas. Dado que a corto plazo
no se vislumbra ninguna mejora en la economía mexicana que ofrezca
un mínimo de oportunidades a migrantes potenciales, el tiempo y
flexibilidad que demanda Powell para alcanzar consensos será proporcional
al flujo migratorio. Por lo pronto, de cara a la reunión Fox-Bush
programada para septiembre, el único avance en la materia es el
inicio de un debate que lleva por lo menos diez años en la mesa
de negociación.
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