SIGUE EL SAQUEO
De
acuerdo con cifras publicadas en esta edición, a nueve meses de
iniciado el nuevo gobierno, la banca privada, por medio del Instituto de
Protección al Ahorro Bancario (Ipab), sigue consumiendo los recursos
públicos a un ritmo semejante, o peor, que en el sexenio pasado,
cuando el gobierno de Ernesto Zedillo promovió la escandalosa e
inmoral conversión de más de 50 mil millones de dólares
de deudas particulares en déficit público. Durante el primer
trimestre del año en curso, a los bancos "salvados" en el marco
del Fobaproa el erario público les transfirió 12 mil 584
millones de pesos por concepto de intereses del pagaré Fobaproa,
suma que representa más del doble de las utilidades del sistema
bancario.
En la lógica perversa generada por el rescate bancario
y, posteriormente, por el Ipab, concebido por los panistas de la Legislatura
pasada para legalizar, encubrir y "blanquear" las turbias operaciones del
Fobaproa, el interés de los capitales financieros internacionales
por adquirir bancos mexicanos -que fueron llevados a la quiebra por la
ineptitud y la corrupción de sus propietarios- no está en
proveer de servicios bancarios al mercado mexicano, sino en beneficiarse
de los cuantiosas sumas públicas que reciben las instituciones de
crédito como premio a su inutilidad. Un caso revelador es el de
la reciente compra de Bancomer por parte del consorcio español BBVA:
los adquirientes ofrecieron aportar recursos frescos al sistema bancario
por unos mil 400 millones de dólares; lo que no se dijo es que Bancomer
recibe, al año, una suma equivalente por intereses de los 83 mil
653 millones de pesos que le adeuda el Ipab, es decir, el erario público,
por su cartera incobrable.
Como se ha señalado en forma reiterada, es inconcebible
que semejante atraco a la nación no se traduzca en responsabilidades
administrativas, penales y políticas específicas por parte
de funcionarios que debieron supervisar el funcionamiento honesto de los
bancos privados, así como de quienes, en su momento, debieron sanear
el traspaso de cartera al Ipab. Así lo reconoció ayer el
procurador fiscal de la Federación, Gabriel Reyes Orona, quien señaló
que los vocales del Ipab tienen intereses incompatibles con su cargo que
los vinculan a los banqueros; asimismo, el funcionario dio a conocer un
desfalco por 140 millones de pesos en Inverlat que no parece ser sino un
botón de muestra del desaseado manejo de los bancos desde que éstos
fueron privatizados.
En suma, ni el Fobaproa ni el Ipab han cumplido sus objetivos
de asegurar la subsistencia de un sistema financiero nacional, toda vez
que las instituciones de crédito del país ya pertenecen mayoritariamente
a grupos extranjeros; el rescate zedillista se ha traducido en una ruinosa
sangría de recursos públicos que ni siquiera es garantía
de una banca eficiente y útil para la sociedad; salta a la vista,
finalmente, que de mantenerse vigentes los actuales términos de
subsidio de la nación a los banqueros privados, no será posible
reactivar la economía ni empezar a resolver los más candentes
problemas en materias de salud, educación, vivienda y combate a
la pobreza. Si el gobierno del presidente Vicente Fox pretende mantener
y ensanchar sus márgenes políticos y su legitimidad, debe
restituir los recursos públicos a la sociedad y enviar a la cárcel
a los responsables del quebranto.
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