Espejo en Estados Unidos
México, D.F. martes 18 de septiembre de 2001
Búsquedas en La Jornada
Números Anteriores
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico

 

Editorial

EU: LAS SEMILLAS DEL ODIO

SOLLa pérdida violenta de vidas humanas es indignante e inaceptable en cualquier circunstancia, y los atentados en la costa este de Estados Unidos no son excepción a esta regla. Esa repudiable matanza de civiles inocentes perpetrada por autores intelectuales aún no identificados ha generado, en ese y muchos otros países, respetables expresiones de dolor y consternación por las muertes injustificadas y absurdas, por los sufrimientos y la zozobra de los habitantes de la nación más poderosa del mundo y por la devastación material y espiritual que provocaron los avionazos intencionales.

Sin embargo, la conmoción mundial referida ha puesto en evidencia el desarrollo y la imposición creciente de un doble criterio para expresar el enojo y la tristeza ante la pérdida de vidas, dependiendo si se trata de ciudadanos estadunidenses o de los muertos --mucho menos mediáticos y mucho más anónimos-- de los países pobres agredidos, en la segunda mitad del siglo XX, por Washington y sus aliados.

Por otra parte, los medios occidentales han aprovechado su propio estruendo para situar al país agredido --injustificada y criminalmente agredido, ha de recalcarse-- como un paladín de los valores humanitarios y democráticos, siendo que la historia reciente da cuenta de una nación belicosa e injerencista cuyas incursiones militares en Asia, África, América Latina y Medio Oriente han dejado un saldo inabarcable de destrucción, muerte y agravios en una larga lista de países y han generado un odio duradero contra el gobierno de Washington, odio que se manifiesta casi invariablemente cada vez que un mandatario estadunidense visita las naciones victimadas.

Para considerar únicamente las últimas seis décadas, y sin el propósito de elaborar una lista exhaustiva, esa historia terrible comienza en 1945 en Dresde, así como en Hiroshima y Nagasaki; sigue en Guatemala e Irán, en donde la CIA promovió y financió cruentos golpes de Estado seguidos por campañas de represión masiva y violaciones sistemáticas a los derechos humanos; pasa por las agresiones a Cuba, a principios de los sesenta, y llega a niveles de horror en Vietnam a lo largo de esa década y parte de la siguiente; luego vendría la destrucción de la democracia chilena, que significativamente tuvo su punto culminante un 11 de septiembre.

En los años ochenta el gobierno de Ronald Reagan, auxiliado por esbirros locales, ensangrentó Guatemala y El Salvador --países en los que, con armas estadunidenses, se perpetraron verdaderos genocidios--, emprendió una lacerante e injusta guerra contra el gobierno nicaragüense e invadió Granada. En esa misma época, la Marina de Estados Unidos bombardeó Líbano y la Fuerza Aérea de ese país atacó Trípoli. Bush padre se estrenó con la invasión de Panamá que dejó miles de muertos inocentes y se despidió con la devastación de Irak en 1991. 

De entonces a la fecha, durante la presidencia de William Clinton, Washington ha bombardeado esporádicamente ese país sin justificación alguna y ha lanzado ataques contra Afganistán y Sudán. En el segundo caso la agresión fue particularmente criminal, dado que se orientó a destruir una fábrica que producía la mitad de los medicamentos de ese país.

Sin afán de minimizar la monstruosidad cometida hace una semana en Nueva York, Washington y Pensilvania ni de agraviar la memoria de las víctimas, no debe olvidarse que la política exterior estadunidense en la segunda mitad del siglo pasado causó millones de muertos en otros países y sembró, así, las semillas de un odio difícilmente superable. 

Como lo señaló atinadamente la escritora estadunidense Susan Sontag, los atentados del martes no fueron "contra la 'civilización', la 'libertad' o la 'humanidad' ni contra el 'mundo libre', sino una agresión contra Estados Unidos (...), consecuencia de ciertas acciones y de ciertos intereses estadunidenses". 

En todo caso, nuevas agresiones bélicas contra gente inocente --como las que Washington planea a ojos vistas-- no atenuarán los sentimientos antiestadunidenses en el mundo, sino todo lo contrario.
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54