ANUNCIO DE LA BARBARIE
El
anuncio de Washington sobre el inicio de la operación militar Justicia
Infinita, muy posiblemente dirigida contra Afganistán, marca una
nueva cota de barbarie en la crisis generada la semana pasada por los ataques
terroristas contra Estados Unidos. Pero posiblemente, la barbarie no sea,
en este caso, consecuencia de la irracionalidad, sino fruto de un cálculo
sereno: así parece indicarlo la súbita recuperación
de los índices en los mercados bursátiles del país
vecino tras el anuncio del operativo bélico.
En la presente circunstancia los anuncios de confrontación
bélica por parte de Washington no habían tenido consecuencias
positivas en el rumbo económico de la superpotencia, acaso porque
nadie tiene claro quién es el enemigo en la guerra que viene, en
dónde va a librarse el conflicto y cuáles serán sus
dimensiones.
De hecho, todo indica que si el presidente George W. Bush
soñó inicialmente con una cruzada internacional de proporciones
semejantes a las de la Tormenta del desierto que su padre emprendió
contra Irak hace una década, a última hora ha debido redimensionar
el operativo ante la falta de entusiasmo de sus aliados en Europa occidental
para desencadenar una nueva guerra.
En contraste con las actitudes moderadas y sensatas de
los gobernantes europeos, la Organización de Estados Americanos
(OEA) aprobó ayer una resolución disparatada que califica
los ataques en Nueva York y Washington como "un atentado contra todos los
Estados de América". Sin afán de disminuir un ápice
el carácter criminal y repudiable de la agresión, resulta
demencial considerarla un ataque contra todo el continente, como si las
naciones que comparten este hemisferio con Estados Unidos fueran corresponsables
de las políticas internas y externas de esa superpotencia.
La resolución mencionada renueva la triste fama
de la OEA como "ministerio de colonias de Washington" y ratifica la abyección
y el servilismo de las diplomacias latinoamericanas frente a EU.
Por último, independientemente de que el gobierno
del país vecino logre o no reactivar sus indicadores con los aprestos
militares de las últimas horas, es claro que los factores negativos
para la economía mexicana se han multiplicado y que no hay motivos
para dudar que este año estaremos transitando de la desaceleración
a la recesión. En este sentido, cabe señalar que las perspectivas
nacionales de recuperación pueden considerarse, desde ahora, como
parte de las bajas colaterales del conflicto en curso.
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