AEROPUERTO: DECISION VICIADA
El
sainete intragubernamental más reciente, en el que participan el
subsecretario de Gobernación, Ramón Martín Huerta,
y el propio presidente Vicente Fox, tiene por tema la fecha en que debe
darse a conocer la decisión final sobre la ubicación del
aeropuerto alterno al de la ciudad de México: mientras el mandatario
insistía, en el marco de su gira europea, que la determinación
se haría pública hoy, Martín Huerta aclaró
que sólo ha concluido la etapa del proceso de decisión que
pasa por la Secretaría de Gobernación (Segob), y que ahora
corresponde a Comunicaciones y Transportes (SCT) evaluar el reporte de
las mesas de análisis técnico organizadas por la primera
dependencia.
Sin embargo, sería lamentable que el titular de
la SCT, Pedro Cerisola, apresurara para este viernes un fallo, sólo
para dar la razón al Presidente ante Segob. Por el contrario, ante
una resolución de tanta importancia estratégica para el desarrollo
del centro de México y del país en su conjunto, cabe esperar
una ponderación serena y pausada de los elementos de juicio disponibles.
De cualquier forma, si se ve en retrospectiva, la selección
del sitio en el que debe construirse la proyectada terminal aérea
ha sido un rosario de novatadas y torpezas políticas que ha generado
una indeseable politización del asunto y que ha generado una rivalidad
innecesaria entre sectores hidalguenses y mexiquenses.
Así, a estas alturas no hay manera de asumir un
fallo exento de sospechas. Ahora, por más que se observe un apego
a razones técnicas, e independientemente de que la decisión
final sea construir el nuevo aeropuerto en Texcoco, estado de México,
o en Tizayuca, Hidalgo, habrá descontentos y malestares en los sectores
regionales, económicos y políticos que no resulten beneficiados
por la medida, y ello incidirá negativamente en la solidez de este
proyecto.
El déficit inicial de credibilidad en la construcción
de la nueva terminal aérea es lamentable desde cualquier punto de
vista, porque el proyecto es fundamental para el futuro de las comunicaciones,
el comercio exterior, el turismo, la industria aeronáutica, la integración
y la planificación urbana del próximo medio siglo y, no por
último, menos importante para la legitimidad, el desempeño
y la calificación final que obtenga entre la población, en
2006, el gobierno foxista.
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