MAYORES RECURSOS PARA LA EDUCACION PUBLICA
Los
resultados de la evaluación en materia educativa realizada por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo y Económicos
(OCDE), que ubican a México en un vergonzoso penúltimo lugar,
han puesto en relieve las enormes carencias del sistema educativo nacional,
cuyo nivel de calidad ha sido mermado por las constantes reducciones a
los presupuestos oficiales destinados a la educación pública.
Según la OCDE, el bajo rendimiento de los estudiantes
mexicanos se debe a la "inequitativa distribución de la riqueza
familiar" y a que México invierte un monto de recursos por estudiante
equivalente a 25 por ciento de lo que destinan las otras naciones que integran
el organismo.
Para hacerse una idea más precisa de la dimensión
del problema, resulta necesario mencionar que el gasto nacional en educación
como porcentaje del PIB ha oscilado entre 4 y 5.5 por ciento durante la
última década, y hasta la fecha no hay señales de
incremento en este rubro, por lo menos no en el proyecto de presupuesto
2002.
Por lo pronto, la promesa de Vicente Fox de destinar 8
por ciento del PIB a la educación al término de su administración
parece tan lejana como el lugar que obtuvieron los estudiantes mexicanos
en dicha evaluación.
El gobierno federal parece no discernir que la falta de
recursos es el principal factor que ha provocado la caída en la
calidad de la educación. Por ello, llama la atención que
el secretario de Educación Pública, Reyes Tamez, señale,
por una parte, que es indispensable contar con mayores recursos para mejorar
la calidad, pero matice argumentando --sin más precisiones-- que
aun sin ellos "nosotros tenemos la convicción de que el sistema
educativo se puede mejorar buscando estrategias diferentes".
¿Cuáles son estas "estrategias" para elevar
el nivel educativo sin antes incrementar el presupuesto?
Proporcionar la educación laica y gratuita en los
niveles preescolar, primaria y secundaria es una obligación del
Estado, de acuerdo con el artículo 3º de la Constitución.
Sin embargo, la calidad de la educación en el país poco tiene
que ver con el número de alumnos matriculados.
De nada sirve presentar avances numéricos si no
existe un proyecto definido sobre el papel del Estado como garante de la
educación pública gratuita y si no se considera este rubro
como prioritario en el presupuesto federal.
Los deficientes resultados en la evaluación de
la OCDE llaman a reflexionar sobre la tendencia a formar profesionales
en función de las constricciones inmediatas de la demanda laboral,
ya que eso equivaldría, como lo han expresado diversos analistas,
a confundir el conjunto de las necesidades sociales con los intereses del
mercado y a renunciar, por tanto, al papel educativo de los gobiernos en
sus diferentes niveles.
Si bien es necesaria la formación de técnicos,
no se puede lograr una enseñanza de calidad si no se apoyan los
estudios de las ciencias sociales y las humanidades en general.
Desarrollar planes de estudio, en cualquier nivel, ad
hoc a las demandas del mercado puede ser una salida inmediata, pero no
resolverá el problema de fondo. Urge un proyecto educativo a mediano
y largo plazos que sea congruente con la realidad. El primer paso debe
ser el incremento al presupuesto para la educación pública,
tal como lo demandan maestros normalistas afiliados a la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE) o los miles de estudiantes
y académicos de la universidad que no dejan de advertir sobre las
consecuencias de la escasez de recursos.
Sólo así, dando a la educación pública
el lugar que merece en el proyecto nacional y, por consecuencia, en el
presupuesto federal, podremos hablar de resultados.
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