02an1cul
SABADO Ť 8
Ť
DICIEMBRE Ť
2001
Ť Con su libro de ese título el narrador retorna
al género del cuento
El orgasmógrafo es una sátira
de la moral autoritaria, dice Enrique Serna
Ť La columna vertebral de los relatos de ese libro es
el humor cruel, explica
Ť El mundillo de la televisión es una veta interesante
de explorar, opina
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Imaginemos un mundo en el que el sexo es obligatorio;
donde sus habitantes se ven forzados a tener un mínimo de cinco
orgasmos a la semana; donde la virginidad es el peor atentado que se puede
cometer contra el orden establecido; donde el erotismo es un asunto de
Estado. El placer como deber.
Tal es el mundo que recrea Enrique Serna en su libro más
reciente, El orgasmógrafo (Plaza & Janés), con
el cual retorna al cuento después de incursionar en la novela histórica
con El seductor de la patria (biografía novelada de Antonio López
de Santa Anna). El celebrado cuentista de Amores de segunda mano
vuelve en este nuevo libro a sus mundos característicos poblados
de situaciones atroces, de humor negro, de freaks y seres marginales,
y a cierta forma de misantropía en que, necesariamente, se convierte
la crítica social.
Libertinaje imaginativo
-El
orgasmógrafo marca tu retorno al cuento.
-Que nunca debí dejar.
-¿Por qué?
-Por que es el género que más me gusta;
un género que me permite respirar con mucha libertad, algo que llegué
a extrañar en algún momento cuando estaba escribiendo El
seductor de la patria. La novela histórica es un género
muy tiránico, donde hay que estar cuidando no cometer anacronismos,
atenerse a los documentos y a los hechos históricos. Sólo
hay un pequeño margen para la ficción. Mientras que en este
libro me pude entregar de lleno al libertinaje imaginativo.
-¿Es más fácil escribir un cuento
que un trabajo de largo aliento?
-Eso es totalmente falso. Para mí el cuento es
el género más difícil que hay, porque allí
es donde todas las piezas del rompecabezas tienen que embonar a la perfección
o de lo contrario la historia se cae. Por eso he escrito varias novelas
y sólo dos libros de cuentos, porque tardo mucho en elaborar las
historias en la imaginación.
-¿Qué une a los cuentos de El orgasmógrafo?
-La columna vertebral es el humor cruel. A pesar de que
la mayoría de las historias son atroces o bordean la tragedia, creo
que hay un guiño humorístico. Incluso en los conflictos más
terribles de los personajes. El cuento que da título al libro, El
orgasmógrafo, es una sátira de la moral autoritaria de
cualquier signo. Este cuento parte de una premisa: qué pasaría
si la cultura hedonista y el liberalismo sexual de nuestros días
se llegara a convertir en una moral dominante que un grupo social tratara
de imponerle a los demás. Entonces es la historia de una tiranía
que convierte el placer en deber y exige a todos los ciudadanos una cuota
mínima de orgasmos por semana, como requisito para entregarles cupones
de racionamiento. Por supuesto que este tema se prestaba para un tratamiento
humorístico; me divertí mucho escribiéndolo.
De la obligación al hastío
?Pues para muchos sería un mundo ideal.
-Yo dudo que eso fuera ideal. Cualquier cosa que es obligatoria
llega a fastidiar. De hecho, planteo que la disidencia que generaría
una sociedad de ese tipo llevaría al radicalismo, a lo que actualmente
es la moral conservadora. Los grupos disidentes de esta sociedad son, por
ejemplo, la Unión de Castrados, el Comando Jesuita de Acción
Civil, Los Neopuritanos que son partidarios de reproducirse por clonación,
para no incurrir en la ''suciedad de la cópula". Es un cuento que
entra en el género de literatura antiutópica.
''El resto de los cuentos aborda otras temáticas.
Hay dos relatos que son Vacaciones pagadas y La palma de oro,
que ocurre en el mundillo de la televisión, que conozco bien
porque he sido argumentista de varias telenovelas y me parece una veta
interesante de explorar. Mientras que en Estados Unidos hay cientos de
novelas sobre Hollywood, algunas de ellas muy buenas, en México
es un territorio casi inexplorado.
''Que yo recuerde, sólo hay una novela de Vicente
Leñero, Estudio
Q; alguna del fallecido Luis Spota, La estrella
vacía, novela en clave sobre la vida de la actriz María
Félix; o Zona sagrada, de Carlos Fuentes.
''No es un territorio que se haya explorado mucho y yo
quise hacer una contribución en ese campo'', explica Enrique Serna.
-Hablas de situaciones atroces, de humor negro, de crueldad,
elementos que ya forman parte de tu estilo. ¿Es un rencuentro con
tu voz?
-Este libro tiene un aire de familia con Amores de
segunda mano, porque hay un gusto por las situaciones absurdas, por
la crítica de lo grotesco; la diferencia es que son 10 años
después, creo que ahora tengo más oficio.
''Curiosamente, en los cuentos hablo de temas que me tocan
más de cerca que las intrigas de mis novelas. En ese sentido sí
creo que es un trabajo más personal.''
Calar hondo desde la marginalidad
-Al menos como escritor, ¿tú eres misántropo?
-No sólo como escritor, también como persona.
He recibido varias críticas de que soy misógino, pero quienes
me hacen esa crítica no se dan cuenta de que el tratamiento de los
personajes masculinos es tan terrible como el de los femeninos. Entonces
no me considero misógino, mi odio abarca a todo el género
humano.
-Los freaks, los seres marginales, son una presencia
constante en tus cuentos. ¿Cómo la explicas?
-Desde la marginalidad es desde donde a veces se puede
calar más hondo en cómo funciona la sociedad, cómo
funciona la conducta de los seres humanos. Por eso me han interesado ese
tipo de personajes.
(El libro El orgasmógrafo se presentará
mañana a las 12 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de
Bellas Artes, con la participación de Ana Bertha Espín, Arturo
Beristáin y Leonardo Tarifeño.)
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