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FUERTE CONDENA DE LA ONU
Mary
Robinson, ex primera ministra de Irlanda y Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, condenó fuertemente los bombardeos
israelíes a los territorios palestinos, porque "siembran el pánico
en la población civil y la aterrorizan", y repudió asimismo
la creación de los tribunales militares secretos que en Estados
Unidos tratarán los casos de los extranjeros sospechosos de tener
lazos con el terrorismo.
El terror ejercido por el Estado es una respuesta moralmente
inaceptable a la violencia que emplean los desesperados, e igualmente lo
es el fundamentalismo de quienes consideran que un pueblo es colectivamente
responsable de los actos de algunos delincuentes o enloquecidos y, por
tanto, puede ser bombardeado impunemente, matando y aterrorizando a niños,
mujeres y ancianos.
La violenta respuesta del Estado israelí es particularmente
peligrosa a la luz de la declaración del primer ministro de Turquía,
principal aliado de Israel y de Estados Unidos en el cercano oriente, según
la cual el primer ministro israelí, Ariel Sharon, responsable de
crímenes de guerra en Líbano, querría eliminar al
presidente palestino Yasser Arafat y lanzar una guerra total que incremente
el éxodo de palestinos en busca de refugio en los países
árabes vecinos, que hasta ahora rebasan los 3 millones.
Tal expansión israelí, además de
violar nuevamente las resoluciones de las Naciones Unidas, plantearía
el peligro de una guerra con --al menos-- algunos estados árabes,
cuyos gobiernos no resistirían la protesta popular, por lo que no
podría dejar de ser considerada una provocación.
Porque, en efecto, es falaz el argumento de que Israel
bombardea para defenderse del terrorismo, ya que con sus bombas golpea
a la misma policía palestina que reclama apoyo para enfrentar a
los fundamentalistas, y con los asesinatos selectivos de líderes
palestinos, siembra el odio, engendrando nuevos actos suicidas. Igualmente
falso es el argumento esgrimido por el presidente George W. Bush para apoyar
a Sharon, pues es evidente que los actos terroristas de Hamas dañan
gravemente la estabilidad de la Autoridad Nacional Palestina y del mismo
Arafat, y que éste no tiene nada que ver con quienes, como los fundamentalistas,
incluso le acusan de conciliar con Israel.
Mary Robinson, quien exhorta a la razón al gobierno
de Tel Aviv, requiere además de éste que permita la presencia
en su territorio de observadores internacionales que impida el desarrollo
de actos bélicos.
La venganza ciega, la bárbara ley del talión,
el odio racista contra el pueblo vecino y los bombardeos aéreos
escalonados para matar o mutilar también a quienes socorren a los
heridos, son métodos inhumanos, indignos de un país civilizado,
que deben horrorizar a quienes en Israel intentan preservar la paz y la
razón, conscientes de que un pueblo que oprime a otro nunca será
libre y de que quien martiriza en nombre de nacionalismo mezclado con racismo
jamás gozará siquiera de salud mental.
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