20an1esp
SABADO Ť 8
Ť DICIEMBRE Ť
2001
Ť Varitas mágicas y pócimas no son imaginarias
Instrumentos de magia de Harry Potter, parte del legado
cultural británico
DPA
Londres. Muchas otras cosas que aparecen en las
historias de Harry Potter creadas por Joanne K. Rowling no son fruto de
su imaginación: las varitas y pócimas mágicas, maldiciones
y los druidas forman parte del legado cultural de la isla británica.
Arqueólogos, historiadores y herboristas se han
convertido en el centro de atracción de los ingleses con sus estudios
sobre historia de la magia, pues han descubierto que sus ancestros manejaban
varitas mágicas desde hace 26 mil años, luego de que encontraron
en las cuevas de Paviland, Gales, varitas de marfil rotas, que según
el historiador Ronald Hutton se usaban para prácticas oscuras: "La
explicación probable es que se trataba de símbolos mágicos
de poder".
Antes de iniciar su enseñanza Harry Potter debe
conseguir un caldero; también eso es histórico, pues los
calderos mágicos adornados se conocen desde la época romana.
En ellos los druidas, de forma similar a como lo hace Miráculix
en el pueblo de Astérix, preparaban pociones mágicas, muchas
con efectos alucinógenos, provenientes del muérdago, que
ahora es recetado para fortalecer las defensas corporales en caso de aplicarse
la quimioterapia para combatir el cáncer. También se usaba
el corazoncillo o hierba de San Juan, que espanta los malos espíritus
y combate la depresión.
La mandrágora, utilizada por el profesor de pócimas
de Harry Potter, puede ser la causante de que algunos magos afirmaran que
volaban. "A partir de determinadas concentraciones, produce la sensación
de que uno vuela"; explicó Monique Simmonds, profesora de los jardines
botánicos Kew en Londres.
Julio César describió a los druidas británicos
como videntes y curadores, que reclamaban sacrificios. Merlín, el
bisabuelo de Potter, era un druida -según las investigaciones de
Nicolai Tolstoi-, vivió a fines del siglo VI y según la leyenda
predecía el futuro, hablaba con animales y tenía la capacidad
de maldecir. Las maldiciones, importantes en el cuarto libro de Harry Potter,
eran consideradas en la Edad Media el asesinato perfecto; hasta principios
del siglo XX los británicos ponían en las paredes zapatos
viejos, herraduras, muñecas o botellas llenas de orines como protección.
Las esferas de cristal de los druidas eran simplemente
para impresionar, ya que el futuro se leía con varillas y con cartas,
así como sus gigantes libros de magia, sus barbas y enormes sombreros,
que daban la impresión de gran mago, porque pocos sabían
leer.
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