038n1soc
DOMINGO Ť 9
Ť DICIEMBRE Ť
2001
Ť Corporaciones multinacionales, las interesadas en
desplazarnos con fines de lucro, dicen
Alertan indígenas sobre inminente desalojo violento
en Montes Azules
Ť Las comunidades aún deforestan la selva Lacandona,
aducen Profepa y la dirección de Rebima
MATILDE PEREZ U.
Familias choles, tzeltales, tzotziles y tojolabales de
los 24 asentamientos ubicados en la reserva de la biosfera de los Montes
Azules (Rebima) alertaron sobre un inminente desalojo y agresión
debido a las presiones que los lacandones ejercen por conducto de la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de la dirección
de la Rebima. Pero advierten que "defenderán su legítimo
derecho a la tierra hasta con su vida".
Sin tener un censo específico, la dirección
de la Rebima establece que son unas 300 personas las que se han asentado
irregularmente en la reserva de los Montes Azules. Sólo especifica
que hay 23 familias en Arroyo Aguilar, y en los casos de Buen Samaritano
y El Innominado establece que son cinco y 29 techos los que ha avizorado
en los recorridos aéreos.
La
situación se complica a más de dos años y medio de
la constitución de la llamada mesa agraria ambiental en la reserva
de la biosfera de los Montes Azules, que pretendía solucionar los
asentamientos irregulares mediante "el diálogo y la concertación".
Los avances han sido mínimos y las presiones contra indígenas
crecen.
La Profepa y la dirección de la Rebima afirman
que las familias indígenas "siguen deforestando" la selva para abrir
tierras al cultivo y la ganadería.
En el informe Asentamientos irregulares y desmontes.
Reserva de la biosfera Montes Azules, se afirma que hay cinco nuevas
invasiones y que algunas de las familias que aceptaron la reubicación
regresaron a los predios, mientras que en otras zonas también desocupadas
hay nuevos asentamientos. La Profepa y la Rebima aceptan que en la mayoría
de los casos la información es imprecisa, que "hace falta una inspección
de campo y nuevos sobrevuelos".
La Secretaría de la Reforma Agraria insiste ante
la Profepa y la Rebima que los asentamientos irregulares en los Montes
Azules son problemas de "carácter jurídico y no agrario";
el conflicto debe solucionarse a partir de la concertación y conciliación
con los grupos. Héctor René García Quiñónez,
subsecretario de Ordenamiento de la Propiedad Rural, subraya que la reubicación
de los indígenas y la búsqueda de alternativas de producción
para ellos es la vía para la defensa de los Montes Azules.
Mientras, algunos funcionarios del gobierno de Chiapas
consideran que el diálogo conciliatorio, la agilización de
procedimientos jurídicos y una visita de campo por la región
para tener información precisa, deben prevalecer antes que el desalojo.
Aclaran que de acuerdo con la inspección de campo realizada no hay
nuevos asentamientos en la reserva; la dirección de la Rebima afirma
que hay 37, pero sólo 24 identificados plenamente.
Por su parte, 16 organizaciones indígenas y campesinas
con presencia en la región de la selva Lacandona aclararon a los
gobiernos federal y estatal que las familias poblaron la zona entre los
años 30 y 70 del siglo pasado y que el gobierno federal sólo
regularizó la tenencia de la tierra en 26 poblados, el resto sigue
solicitando su regularización y se considera víctima de la
injusticia social por haber sido excluido del reconocimiento de sus derechos
agrarios.
"No es justo que nuevamente se quiera el desalojo violento
de los pobladores que están allí por necesidad de tierra
y algunos más porque salieron huyendo de sus comunidades en 1994
por la presión militar y la violencia paramilitar", destacan en
un escrito que entregaron al gobernador chiapaneco Pablo Salazar Mendiguchía.
Advierten que "son las grandes corporaciones multinacionales"
-que se ocultan detrás de algunos grupos ecologistas- las que están
interesadas en el desalojo para poder saquear "los secretos de la selva"
(proyectos de bioprospección), con la finalidad de patentarlos en
su beneficio; hay también empresas interesadas en construir gigantescas
hidroeléctricas en los caudalosos ríos de la selva, "y no
faltan los grupos extranjeros y nacionales que buscan enriquecerse con
el ecoturismo".
"Señor gobernador, son las corporaciones multinacionales
las interesadas en desalojar a los pueblos indios organizados (...) para
eso utilizan a los hermanos caribes que, a cambio de migajas, levantan
actas de despojo en nuestra contra y favorecen el desalojo". Aclaran que
están interesados en proteger y cuidar la selva, "por eso nos hemos
autopropuesto como guardianes de la reserva". Sugieren también replantear
las bases, estrategias y métodos de la mesa agraria instalada en
mayo de 1999, la cual debe estar bajo la conducción del gobierno
del estado y permitir la participación de comunidades involucradas.
Demandan que no se reactiven las denuncias penales contra
los pobladores asentados en la zona de los Montes Azules y asientan que
las familias están dispuestas a buscar una solución conjunta
a la controversia agrario-ambiental, ya sea mediante la regularización
de la tenencia de la tierra y un programa de manejo y aprovechamiento sustentable,
o bien, vía la reubicación.
Manuel Guzmán Cruz, secretario de la ARIC Independiente
Democrática, dice que la entrega de 614 mil 321 hectáreas
a sólo 66 familias de indígenas caribes o lacandonas provocó
la creación de un "latifundio comunal". A partir de 1970, "los pueblos
indios hemos enfrentado continuas amenazas de desalojos violentos y acusaciones
de invasores, destructores y enemigos de la naturaleza, cuando fueron los
gobiernos estatal y federal los que no detuvieron la tala de caoba y cedro
hecha por Colofasa".
El año pasado, agregan, "grupos de ambientalistas,
investigadores y fundaciones estadunidenses nos acusaron de incendiarios,
diciendo que Montes Azules se estaba quemando por nuestra culpa, puras
mentiras. Fue una farsa y una provocación zedillista para crear
una situación de violencia contra los zapatistas (EZLN)".
Acuerdos indígenas de protección
En un escrito, Guzmán Cruz aclara a Víctor
Lichtinger, titular de la Semarnat, y a José Campillo García,
titular de la Profepa, que los pueblos tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales
asentados en Montes Azules "no somos invasores agrarios ni destructores.
En asamblea decidimos no tumbar, no quemar, dejar de usar agroquímicos
y convertirnos en guardianes de la reserva, y el poblado que no cumpla
con ello será desconocido por nuestra organización".
Reitera la disposición de los indígenas
a dialogar y abrir sus comunidades a los funcionarios que participan en
la mesa agrario-ambiental, quienes no respondieron a la propuesta de reunirse
el pasado 29 de noviembre. Sugiere una serie de recorridos durante diciembre
por el ejido Nuevo Pichucalco y los poblados Salvador Allende, Corozal,
Israel, San Antonio Miramar y San Gregorio.
Advierte que "por ningún motivo permitirán
acciones de intimidación, órdenes de aprehensión y
menos desalojos (...) Sabemos que quienes promueven nuestra expulsión
bajo el pretexto de cuidar la reserva, lo que buscan es que no haya indios
organizados y conscientes de sus derechos, porque estorbamos a los intereses
de corporaciones multinacionales de los transgénicos, como Pulsar,
y otras que quieren apoderarse, para lucrar con la rica biodiversidad y
agua de nuestras montañas".
En el informe, la dirección de la Rebima afirma
que las nuevas invasiones son: Arroyo Aguilar, noroeste de Ocotal, Las
Ruinas (Sol Paraíso), Nuevo Limar, Nuevo Pichucalco y Nuevo San
Andrés. En el caso de Sol Paraíso, establece, son 60 personas
que derribaron acahuales de tres a cuatro años. "Se sabe que se
posesionaron de las tierras después de la marcha zapatista a México,
con la consigna de habitar las áreas desalojadas". Agrega que quienes
destruyeron una hectárea frente al ejido Nuevo San Andrés
estaban vinculados con el EZLN.
Los grupos a los que reconoce sus derechos constituidos
son: Indio Pedro, San Antonio Escobar (dotación) y Chamizal (dotación).
Los que aceptaron ser reubicados, pero cuyo proceso no ha concluido son:
una fracción de Indio Pedro; Taniperla, segunda ampliación;
Nuevo Villaflores; Laguna Suspiro, y Ocotal. Sin embargo, varios de los
que aceptaron los acuerdos se quejan porque las autoridades no han cumplido
con la entrega de tierras con agua y servicios básicos.
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