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MARTES Ť 11
Ť DICIEMBRE Ť
2001
Alicia Oliveira Ť
La gran mentira Ť
El Poder Ejecutivo nacional en la voz de su ministro de
Economía miente, miente y miente, esperando -como afirmaba Goebbels-
que algo suceda. Ya se sabe cómo terminó Goebbels. Después
de la derrota nazi, mató a su familia y se suicidó en el
bunker de Hitler.
Hoy los argentinos asistimos a la gran mentira: el nuevo
paquete económico.
Las medidas económicas implementadas no sólo
no reactivarán la economía, sino que sumirán en mayor
pobreza a la ya empobrecida clase media. Y a los más pobres se les
robarán no sólo los pocos bienes materiales. También
la esperanza.
El ministro de Economía tiene íntegras sus
funciones perceptivas y mentales e informa a los argentinos sobre supuestos
"beneficios" de las tarjetas POS (point of sale). Sin embargo, si
analizamos los supuestos beneficios que anuncia queda demostrado que el
señor ministro tiene patológicamente alterada su conducta
social.
La implementación de las terminales POS, en la
forma en la que se hace, sólo produce daño. De allí
que las características sicosociales de Cavallo hubieran sido calificadas
con precisión por Freud; yo sólo las describo porque carezco
de conocimientos suficientes para encasillarlas.
Llegar a esta conclusión no requiere ser un experto
en economía, sino simplemente verificar los datos que el ministro
envía en forma masiva y advertir -al analizarlos- que son falsos.
En la actualidad, según datos de la agencia Posnet,
hay sólo 30 mil máquinas POS en todo el país y la
gran mayoría está en manos de supermercados o grandes cadenas
comerciales, es decir, en manos de los grandes comerciantes. En este momento,
hay sólo 15 mil terminales disponibles. O sea que habría
que fabricar 385 mil para satisfacer la demanda de toda la actividad comercial.
Por esta razón, el POS sólo conducirá al enriquecimiento
de los grandes comercios. Pero allí no termina la cosa. Esas máquinas
no se fabrican en la Argentina y habrá que importarlas de dos grandes
productores: Estados Unidos y Francia.
Supongo que en poco o largo tiempo, de acuerdo a los intereses
de sus dueños, las tarjetas proveerán de máquinas
a los pequeños comerciantes.
Todas han informado que no las venderán sino que
las alquilarán, y ya ellas y el gobierno fijaron que el alquiler
mensual será de 30 pesos más IVA, es decir, que no hay libre
competencia sino cartelización. Pero aquí no termina el problema:
estas generosas empresas cobrarán al comerciante 3 por ciento por
cada transacción de débito (por las compras con tarjeta de
crédito se cobra actualmente 5 por ciento).
Además, la autorización en el momento de
la compra se realiza necesariamente a través de la línea
telefónica. Unos pesitos más para las empresas de servicios
que más depredan nuestro sistema económico. Esto implica
que muchos comerciantes deberán consumir obligadamente ?asumiendo
ellos el costo? dos servicios que hasta ahora no necesitaban.
En conferencia de prensa, el ministro tranquilizará
a los comerciantes diciendo que el costo del alquiler del aparato se les
deduciría de impuestos. Lo que el señor ministro no dice
es que la gran mayoría de los pequeños comerciantes son monotributistas
y que ellos no gozarán de ese supuesto beneficio.
Así, el POS sólo trae perjuicios para los
pequeños comerciantes, perjudica en forma especial a los monotributistas,
aumenta los intereses que las empresas de tarjetas de crédito cobrarán
a sus víctimas (los comerciantes), da mayor ganancia a las telefónicas,
carteliza el sistema y sigue enriqueciendo a los más ricos.
Queda claro que la imposición del POS como casi
única alternativa para hacer compras (dada la escasez de efectivo)
crea un mercado cautivo a ser explotado por un oligopolio en perjuicio
de la ciudadanía. Precisamente, una característica que las
privatizaciones le dieron a los servicios públicos en la Argentina
en la última década. Esta experiencia permite afirmar que
la transformación del POS en servicio público no sólo
garantizará nuevamente ganancias extraordinarias al sector financiero,
sino que generará una nueva burocracia estatal a la que se denominará
pomposamente "organismo de control", cuya única utilidad será
convalidar los abusos de las empresas y los incumplimientos de los deberes
del Estado.
La descripción de los hechos advierte sobre la
mentira y el daño. ¿Cómo habría calificado
esta conducta Freud?, no lo sabemos. De lo que sí estamos convencidos
es de que somos sus víctimas.
Ť Tomado de Página 12
Ť Defensora del Pueblo de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires
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