Ciudad Juárez, donde el aire huele a miedo
En casi nueve años 261 mujeres han sido asesinadas
en esa urbe fronteriza. La violencia ha obligado a la población
femenina a cambiar sus hábitos y aun la manera de vestir, ante el
temor de convertirse en una víctima más
GUSTAVO CASTILLO GARCIA ENVIADO
Ciudad Juárez, Chih. En esta ciudad las
mujeres tienen miedo. Cada vez salen menos de noche y cuando lo hacen caminan
por calles con luz y gente, y siempre asustadas. Necesitan estar acompañadas.
Han cambiado su manera de vestir para que la ropa no llame la atención.
No hablan con desconocidos. No se suben a la ruta (camión),
si ésta recorre las calles sin pasajeros.
Han pasado ocho años y 11 meses desde que iniciaron
los asesinatos de mujeres. Ya suman 261. Hay detenidos, pero ninguno ha
sido sentenciado de manera firme. Las autoridades locales explican que
se trata de números "normales" en una sociedad descompuesta.
"Enfrentamos una ola de crímenes de odio que son
producto del desprecio a la vida de las mujeres pobres y jóvenes."
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"Me siento impotente porque soy mujer y ahora tengo que
cuidar hasta cómo me visto", dice Martha, estudiante en la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).
"Yo prefiero irme con pantalón y camiseta, si voy
a andar en ruta es mejor no llamar la atención", afirma otra
joven llamada Claudia.
"Las veces que estuve en riesgo no iba vestida provocativamente",
menciona Jessica.
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Las asesinadas eran pobres, vivían en colonias
marginales, en casas con paredes de cartón, lámina o madera.
Eran mujeres que debían caminar por calles sin electrificación
adecuada, solitarias, sin pavimento, entre arenales y basura, entre camiones
y automóviles totalmente desmantelados.
En esta ciudad fronteriza los "levantones" son rápidos.
Las mujeres desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. Se pierden a la vista
de transeúntes de calles céntricas o periféricas,
cuando las puertas de alguna camioneta o automóvil se abren. Horas,
días y meses pasan y tal vez sus cuerpos aparezcan algún
día tirados en la periferia.
Las policías municipal y estatal no actúan
en estos casos de desaparición de manera inmediata, aun cuando un
testigo se los reporte. Pero eso sí, pasarse un alto significa "una
persecución e infracción segura, o cuando menos cien pesos
de mordida", dice un taxista juarense.
Los expedientes de mujeres asesinadas permiten atisbar
lo que ocurre en esta parte de México a la que sólo separa
un tramo del río Bravo de la nación más rica del mundo.
En Juárez existen 60 mil niños menores de
cuatro años, hijos de madres trabajadoras que no tienen acceso formal
a los servicios de salud pública. De los 270 mil empleados en empresas
maquiladoras, 60 por ciento son mujeres y de éstas 80 por ciento
son migrantes de todo el país.
Las jóvenes asesinadas primero fueron observadas,
se indagó parte de su vida personal, si iban a los salones de baile
o a bares. También si eran migrantes.
Luego vino "el jale" en los lugares de diversión,
a la salida de escuelas o industrias, o en su deambular por esta ciudad.
Aquí existen 500 "centros de diversión"
entre bares, discotecas y salones de baile, 400 escuelas, desde preescolar
hasta nivel superior. Cuatro mil 500 unidades de transporte público
?la mayoría, camiones que fueron desechados en Estados Unidos? recorren
la ciudad en 18 rutas específicas y 50 ramales.
Los asesinatos también se planean a bordo de las
unidades del servicio público de transporte que ingresan a las zonas
pobres de Ciudad Juárez, las que colindan con las montañas,
con el semidesierto, con barrancos.
Las muchachas, como se les llama aquí, son
preferentemente morenas, de cabello largo, estudiantes o trabajadoras en
la maquila, de entre 13 y 25 años.
De 1993 a la fecha las autoridades aseguran que las mujeres
violadas y asesinadas por ahorcamiento suman 76, 20 de ellas en los pasados
tres años y dos meses. Sin embargo, las estadísticas oficiales
reconocen un total de 261 muertas en ocho años y 11 meses "por causas
diversas".
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Yo me encontraba en La Tuna ?un bar de esta ciudad? con
una muchacha que le decían La Mausy. Era novia de Miguel,
un vendedor de hamburguesas que trabajaba al lado del Salón Joes
Place. Ella medía más o menos 1.60, de complexión
regular, se pintaba el cabello de rubio cenizo, de tez morena clara, de
cabello largo.
Sergio Armendariz Díaz, El Diablo, jefe
de la banda Los Rebeldes, dijo que se la presentara. Ella no quería
ir a platicar con él. Le insistí y fue. Después ya
no la volví a ver, yo sabía que la iba a matar, pero no podía
hacer nada porque me tenía amenazada de muerte. (Abril de 1996,
declaración ministerial de Erica Fierro, integrante de la banda
Los Rebeldes).
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Las desapariciones, violaciones y muertes de mujeres han
provocado que poco a poco, cada vez más rápido, ellas busquen
ocultar su feminidad con chamarras, suéteres y pantalones holgados.
Luego de ocho años y 11 meses, de 261 mujeres asesinadas,
han comenzado a recortar su cabello y caminan acompañadas por las
calles, sin que esto les garantice que volverán vivas a su casa.
Mirna Ajo Montaño, investigadora de la UACJ, aseguró
que "el riesgo para las mujeres de Juárez es una vivencia cotidiana"
y que las agresiones contra ellas "son una cuestión de clase social,
de estatus socioeconómico, ya que el común denominador en
las mujeres victimadas era pobre".
Señaló que la vulnerabilidad femenina en
esta ciudad está en todos lados. La mayoría vive donde abundan
picaderos (sitios donde se vende e inyecta heroína), recorren
muchas calles antes de poder abordar un transporte público, los
caminos carecen de luz pública, hay muchos callejones oscuros y
tienen que pasar por lugares de difícil acceso.
Colonias de la zona poniente, como Mariano Escobedo, Anapra,
Lomas del Poleo, Felipe Angeles, Salvacar, Chamizal y otras son consideradas
como de alto riesgo por los niveles de delincuencia.
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"Toda la zona es peligrosa. El otro día venía
un cholo detrás de mí, me dieron muchos nervios, en
tiempo de frío me da más miedo y siento que paso más
riesgo, porque está muy oscuro", dice Anabel, una joven trabajadora
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En Ciudad Juárez "el feminicidio constituye el
mayor dolor histórico que se ha vivido en esta urbe fronteriza.
Terminar con la impunidad que lo rodea es uno de los temas de la agenda
política nacional. Este feminicidio presenta síntomas ineludibles
de una fragmentación social en las entrañas de esta sociedad",
afirman Alfredo Limas y Patricia Ravelo, investigadores de la UACJ, en
su estudio Feminicidio en Ciudad Juárez: una civilización
sacrificial.
Aquí, señalan los investigadores, "nos enfrentamos
a una ola de crímenes de odio que son producto del desprecio a la
vida de las mujeres pobres y jóvenes. Somos presas de una sociedad
sacrifical feminicida. Las víctimas han sido mujeres, niñas
y jóvenes, algunas de ellas madres adolescentes, la mayoría
de ellas migrantes".
Por su parte, Mirna Ajo realizó entrevistas a mujeres
de distintas zonas juarenses para conocer el impacto que han tenido en
ellas los asesinatos, la actuación de las autoridades y la percepción
del fenómeno. Esta es una de las declaraciones que obtuvo:
"No es posible decir que una adolescente está vestida
provocativamente y afirmar, como lo hizo la administración municipal
pasada (y también el entonces gobernador Francisco Barrio y sus
procuradores, entre ellos Francisco Molina Ruiz), que todas las mujeres
asesinadas eran prostitutas."
Claudia, habitante del sector poniente de Ciudad Juárez,
aseguró a la investigadora de la UACJ que "en N los medios de comunicación
no querían que se usaran minifaldas, y no tiene nada que ver cómo
te vistas, tampoco que los pantalones ajustados se prestan a malas ideas.
En las calles nos tratan como inferiores, nos agreden porque no nos podemos
defen- der. A mí me da coraje que digan: 'porque salió de
un bar, por eso la mataron'".
En la ciudad abundan los callejones oscuros, aparentemente
desiertos, y Paty, una trabajadora de maquila, afirmó haber visto
a "una chica que salía de la escuela, pasó un carro y la
quisieron subir, la oportuna intervención de los vecinos lo evitó".
Aquí el miedo es palpable. Electriza el cuerpo.
Las autoridades afirman haber resuelto 75 por ciento de los 20 asesinatos
cometidos contra mujeres en lo que va de esta administración. Pero
en todos los niveles se considera que el trabajo ha sido insuficiente.
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