09an1esp MARTES Ť 11 Ť DICIEMBRE Ť 2001
Ť Mostrar que el pueblo judío no es como se le piensa, una de sus misiones
Al Son de la negra festejó la compañía de danza Anajnu Vaetem su 30 aniversario
Ť Reunió a parte de esa comunidad en México, en el Palacio de Bellas Artes
ARTURO CRUZ BARCENAS
Parte de la comunidad judía que radica en México llenó el Palacio de Bellas Artes la tarde del pasado domingo para presenciar el programa Anajnu vaetem ("nosotros y ustedes", en hebreo), con el que se celebró el 30 aniversario de la compañía de danza que da título al espectáculo y cuyo propósito central es difundir la cultura que los integra y dar cohesión en México y en el mundo.
Son 30 años en movimiento de este grupo, cuyos integrantes forman en sus hijos el gusto por la danza judía, ancestral, imbricada con melodías y formas de bailar mexicanos, mezcladas con coreografías modernas. Todo unido por la energía de sus integrantes, quienes hicieron alarde de condición física durante dos horas de show.
Para festejar en el Palacio de Bellas Artes, la Fundación Cultural Integrus y Anajnu Vaetem Danza Judía contaron con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fundación Televisa e Instituto Nacional de Bellas Artes. Minutos antes de las cinco de la tarde, familiares y amigos (la mayoría se conoce entre sí) conversaban en el vestíbulo del magno escenario y se preguntaban cuál de sus familiares intervendría en el espectáculo.
Fusión
Puntual, como ocurre normalmente en el Palacio de Bellas Artes, comenzó el programa. Jóvenes judíos mexicanos, o viceversa, ataviados a la usanza mexicana, bailaron el Son de la negra, introduciendo atisbos de sus danzas tradicionales. La fusión, en este caso, fue creación, actualidad. La vestimenta mostró una licencia muy ad-hoc: a los colores verde, blanco y rojo se sumaron los ocres, los azules, los amarillos en sus más diversas tonalidades y brillos. Cada cuadro, cada desplante, es muestra de la experiencia de Anajnu Vaetem, grupo fundado en 1971 bajo la dirección de Carlos Halpert para divulgar el folclor israelí en México. Hoy, el concepto integra todas las disciplinas del arte, porque una ha llevado a la otra, A la danza se ha sumado el diseño, la fotografía, la pintura, la escritura y la música.
Para Roberto Salomón Flegman, director general del grupo, con el trabajo de Anajnu expresan su judeidad", y para David Attie, director de Danza Judía Contemporánea, con la danza muestran que el pueblo judío no es lo que sostiene la idea, el prejuicio, de que los judíos son egoístas, avaros, puramente mercaderes, etcétera, pues esos rasgos se encuentran en todos los pueblos.
Remembranzas
Algunos de los asistentes fueron a alguna función de Anajnu cuando eran niños, cuando se realizaban en México las olimpiadas del 68. Eso se repite. En los pasillos y en los baños, algunos adultos preguntan a los niños qué les pareció la forma de bailar de su padre. Así será dentro de 30 años.
Entre el público no judío se comenta que algunas piezas musicales bien podrían ambientar una disco de playa. Y es verdad, el sonido de las percusiones tradicionales es el mismo beat. En el escenario, los jóvenes bailan, brincan, gritan, y varios preguntan si esa forma de moverse es griega o rusa. Por momentos todo lleva al desierto, a sentir la arena en la planta de los pies. Los bailarines danzan descalzos, pero el vestuario es de un colorido de fiesta pueblerina mexicana, brillante y sumamente armónico. Para muchos, el clímax fue el fragmento de Jatuna jasidi, en la que participaron bailarines de tres décadas de Anajnu Vatem.
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