A la Zona Rosa, escultura de la Diana Cazadora

CARLOS PAUL

La primera y única escultura con el rostro y cuerpo originales de la Diana Cazadora, realizada por Ariel de la Peña (DF, 1968), se develó ayer en la Zona Rosa con la presencia de Helvia Martínez de Díaz Serrano, modelo que dio vida a la monumental obra creada en 1942 por Vicente Mendiola Quesada y Juan Olaguibel.

De tres metros de alto, con un peso aproximado de 500 kilos y realizada en bronce, la obra de De la Peña quedó instalada en las calles de Hamburgo y Génova, como parte de la Galería de Arte al aire libre de la Zona Rosa.

"Cuando fui invitada a posar como modelo de la Diana Cazadora tenía un extremado sentido del pudor", expresó momentos antes de la develación Helvia Martínez de Díaz Serrano. "Lo relacionado con la desnudez estaba asociado a un vago sentido de culpa. Como hija única, era el tesoro de mi madre, quien puso en mí sus esperanzas pero también sus temores.

"En aquel entonces me desempeñaba como secretaria del director de Pemex, Efraín Buenrostro, por lo que posar podría afectar mi reputación y empleo. Sin embargo, tan sólo aquella proposición alteró de manera radical no sólo mi trabajo, sino mis puntos de vista sobre muchos temas vitales. ¿Qué debía hacer? ¿Sujetarme a los convencionalismos vigentes que impedían a las jovencitas decentes posar desnudas? ¿Atenerme a la intensa intuición de que estaba frente a una gran oportunidad y no debía desaprovecharla?"

En el fondo, apunta la esposa del ex director de Pemex Jorge Díaz Serrano, "alentaba la satisfacción y la vanidad de que me hubieran escogido.

Confirmaba, orgullosa, la armonía de mi cuerpo, con los comentarios de mis compañeras y compañeros de trabajo con los que hacíamos excursiones a los balnearios que estaban a la salida de la carretera a Puebla. Pero, ¿desnudarme?, ¡imposible! Había oído inquietantes historias sobre modelos y escultores. ¿Qué pasaría si aquellos respetables señores tuvieran intenciones malsanas?, como se decía entonces. Finalmente me decidí, pues Mendiola y Olaguíbel exponían con vehemencia la trascendencia de la obra, la cual fue ordenada por el presidente Manuel Avila Camacho.

"No cobré nada, pero exigí que todo ello se mantuviera en absoluto secreto. Iba al taller de Olaguíbel que estaba entonces en la distante calle de Obrero Mundial. Acompañada por mi madre, en las largas sesiones -ya no recuerdo cuántas-, sentía que flotaba sobre la realidad y que me estallaba el corazón de emoción y orgullo, fue así que me convertí en la Flechadora de la Estrella del Norte.

"Durante 50 años guardé el secreto. Hoy todo el mundo lo sabe y a la distancia aquellos dilemas parecen insustanciales, ya que por fortuna la nuevas generaciones tienen un sentido más natural y saludable de lo que es el cuerpo humano.

"La primera Diana es mi cuerpo. La de hoy refleja también mi rostro juvenil, lo cual me satisface porque ahora esa escultura es lo que debió ser desde un principio, una conjunción de alma y cuerpo. Además, quiero decir que entre la Diana y yo existe un secreto puente de comunicación. Una identificación entre la obra de arte y la modelo, animada por la impactante vivencia que tuve a causa de ella. En esa escultura quedó plasmada la joven mujer que fui", pero cuyos ideales permanecen jóvenes.

Por otra parte, el escultor Ariel De la Peña, quien se basó en el estudio fotográfico número uno realizado a la modelo en 1942, explica que este trabajo se derivó de una reunión que tuvo con el maestro Raúl Anguiano, donde le presentó al esposo de la señora Helvia Martínez, "y de ahí nació la iniciativa de hacer una Diana, pero con el rostro original. Fue una gran reto y satisfacción poder interpretar la obra de ese gran escultor que fue Juan Olaguíbel".