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MEXICO: ¿AVANCE SIN CRECIMIENTO?
Anteayer,
tras afirmar que la economía mexicana ha pasado del lugar undécimo
al noveno entre las mayores del mundo, el presidente Vicente Fox resaltó
"logros que no se habían visto en décadas", las cuales permitirían
avizorar mejoras concretas en el nivel de vida de los mexicanos y reducir
los exasperantes abismos de desigualdad que fracturan a la sociedad.
Asimismo, el mandatario ofreció que si el Congreso
de la Unión aprueba su iniciativa de reforma fiscal, la economía
"se mantendrá pujante y avanzando" a partir del 1º de enero
del año que está por comenzar.
Los señalamientos referidos contrastan con las
previsiones pesimistas dadas a conocer ayer por el Fondo Monetario Internacional
(FMI), las cuales no sólo confirman que México tendrá
crecimiento nulo en 2001, sino que auguran para 2002 una expansión
del producto interno bruto de sólo 1.25 por ciento.
Sobre el entorno internacional, el organismo destacó
que aunque "hay buenas razones para esperar una recuperación (en
2002), las perspectivas permanecen altamente inciertas y existe una posibilidad
significativa de peores resultados, lo cual podría traer bajo crecimiento
y dificultades de financiamiento externo para muchos países".
Entre lo dicho por el mandatario y las estimaciones del
FMI existe una discordancia preocupante, toda vez que, en la lógica
económica imperante, el alivio de las desigualdades sociales está
condicionado a que haya crecimiento económico significativo que,
por lo demás, no garantiza una disminución de la pobreza,
aunque permitiría en primera instancia la creación de nuevos
puestos laborales o, al menos, la preservación de los existentes.
Sin embargo, en la actual circunstancia de estancamiento,
las actividades económicas no bastan para ofrecer empleo a quienes
se incorporan al conjunto de la población en edad de trabajar, y
el desempleo, en consecuencia, se incrementa. En tal contexto, el ofrecimiento
y optimismo presidenciales podrían generar expectativas imposibles
de cumplir y traducirse en mayor desgaste político para el Ejecutivo
federal.
Ciertamente las difíciles condiciones económicas
mundiales del momento --agravadas por la crisis en Argentina y el fantasma
de un nuevo efecto tango, capaz de arrastrar a Latinoamérica a un
nuevo periodo de escasez de capitales e inversiones-- rebasan, por mucho,
la responsabilidad del equipo foxista y tienen que ver, sobre todo, con
el agotamiento del ciclo expansivo que experimentó la economía
estadunidense a lo largo de la década pasada.
Lo que sí atañe al actual gobierno, en cambio,
es el deber de informar con realismo a la población sobre lo que
puede esperarse, y lo que no, en materia económica.
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