Orlando Delgado

ƑOptimismo?

Mientras el mundo entero discute la duración de la recesión, en México el presidente Fox anuncia que la economía repuntará a partir del primero de enero. El argumento que sostiene este notable anuncio es que el presupuesto se ejercerá con toda oportunidad y ello hará que la inversión privada y mixta, "cuantiosa en infraestructura, vivienda y energía", pueda mantener a la economía pujante y avanzando, ya que rápidamente se alcanzará el "ritmo pico" logrado este año. Si esto mismo hubiese sido dicho por cualquier empresa de predicción económica, todos sus clientes se hubiesen reído y cambiado a una empresa más seria. Lo grave es que el Ejecutivo federal sostiene lo insostenible.

Hace un año se planteó en los Criterios generales de política económica una meta de crecimiento imposible de alcanzar, lo cual los llevó a ajustarla en varias ocasiones. Lo que sí se logró fueron las metas de inflación, de tasas de interés, de reservas internacionales y el tipo de cambio se apreció. Esto es lo que el Presidente califica de importantes logros que no se habían visto en décadas. Es cierto, no habíamos tenido una inflación de 5 por ciento hace 30 años (en 1970, los precios crecieron 4.8 por ciento; en 1971 en 5.2; y en 1972, en 5.5), ni las tasas de interés habían sido de un dígito, lo que es importante, pero lo es más que la economía crezca porque permite crear nuevos empleos, que de sostenerse el crecimiento económico poco a poco irían recuperando el rezago histórico existente.

Esto lo sabe el Presidente. Por ello en su campaña planteó que era indispensable crecer 7 por ciento. Sin este alto ritmo, el país nunca lograría incorporar al mercado formal de trabajo a los millones de personas que están ocupadas en la economía informal, ni a los jóvenes que cada año buscan conseguir un puesto de trabajo. El crecimiento es, también para el gobierno, la conditio sine qua non para poder hablar de logros económicos. El discurso oficial, como en los tiempos del PRI, soslaya la carencia económica fundamental de este año. Los logros económicos son, en consecuencia, ciertos pero parciales y notoriamente insuficientes.

Con el fin de ocultar lo que el país entero padece, el Presidente señala que creceremos desde el principio del año próximo. En el sexenio pasado, esta afirmación sería simplemente demagogia; en el actual, es decir, en el del cambio, en el del gobierno que perdió el primer round pero que en el segundo empezará a mostrar frutos, es además ingenuo. Supone que los mexicanos podemos ser convencidos con un discurso, cuando ha habido reajustes de personal en muchas ramas y en la maquila numerosas plantas han cerrado. Supone que se puede olvidar que el gobierno ha dicho que no crecemos debido a la recesión de la economía mundial y particularmente la de la estadunidense, pero que tan pronto como se recupere, nosotros lo haremos vertiginosamente. Sabemos que nadie piensa que la economía de Estados Unidos crecerá "pujantemente" en 2002; los propios Criterios generales de política económica estiman para el año próximo 0.3 por ciento de crecimiento para ese país.

De modo que nuestra economía difícilmente crecerá el 1.3 por ciento previsto en las proyecciones ajustadas. Las complicaciones en el mercado petrolero pudieran dificultar aún más el panorama, generando presiones de balanza de pagos. Sin duda, el gobierno tratará que la meta de inflación (4.5 por ciento) y de déficit público (0.65 por ciento del PIB) se consigan. Pero el crecimiento, simplemente no ocurrirá. Se nos podrá decir que si se alcanza un acuerdo que permita que mejoren los ingresos fiscales, sí sería posible. El presidente Fox lo afirma: con reforma fiscal "aprovecharemos esta economía sana, fuerte, para convertirla en calidad de vida para las familias..."

Sin embargo, con mayores ingresos se podrá paliar el deterioro en el gasto en educación o en el destinado al campo, lo que no implica impulsar el crecimiento. Indiscutiblemente las asignaciones presupuestales requieren modificaciones e incrementos; sin embargo, el gasto público hace tiempo que dejó de ser dinamizador significativo de la actividad económica. Esto también lo sabe el gobierno federal; sabe además que la reforma fiscal no corregirá la concentración del ingreso ni podrá mejorar la calidad de vida de los mexicanos. No obstante, insisten en señalar que el crecimiento está al alcance de la mano, cuando ciertamente se enfrentan a un entorno extraordinariamente complejo que los sujeta a variables ajenas al control del gobierno. No es que verdaderamente piensen que el crecimiento se reanudará en enero, no es que sean optimistas, ni siquiera ilusos; son simplemente actores.

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