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Ť Versión de que habría renunciado
el gabinete en pleno, incluido Domingo Cavallo
Rebelión social en Argentina contra la política
neoliberal de De la Rúa
Ť Decreta el presidente el estado de sitio luego de saqueos
y disturbios que dejaron seis muertos
Ť Llama central sindical a paro general hoy; protestas
esta madrugada en centro de Buenos Aires
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, jueves 20 de diciembre. Decenas de
miles de personas salieron esta madrugada aquí a las calles para
reunirse pacíficamente frente a la casa de gobierno y protestar
contra la política económica y el estado de sitio anunciado
la noche del miércoles por el presidente Fernando de la Rúa,
tras una violenta jornada de saqueos a supermercados y comercios en todo
el país.
Al tiempo que la gente (la mayoría de clase media)
se movilizaba, la televisión anunciaba que el ga-binete en pleno
había presentado su renuncia, incluido el titular de Economía,
Domingo Cavallo, cu-yas medidas económicas dispararon los índices
de pobreza y de-sempleo de la tercera economía la-tinoamericana
a índices históricos.
Ninguna fuente oficial confirmó la versión,
según la cual la idea se-ría que el opositor Partido Justicialista
(peronista) participe en la conformación de un nuevo gabinete.
La movilización surgió sin previa convocatoria.
Apenas terminado el corto mensaje en que De la Rúa decretó
el estado de sitio por 30 días, haciendo otra vez oídos sordos
a las demandas populares, cacerolazos y bocinazos comenzaron a escucharse
en todos los barrios, mientras muchos vecinos (trabajadores, familias completas,
amas de casas) se reunían en las esquinas, la mayoría para
marchar hacia la Plaza de Mayo.
Allí, frente a la casa de gobierno, los manifestantes
entonaron a la medianoche el himno nacional y pacíficamente exigieron
la renuncia de Cavallo, pero como respuesta llegó la represión
policial.
Muchas personas optaron por retirarse, pero otras se trasladaron
al vecino Ministerio de Economía, donde esta madrugada se registraban
incendios y desmanes.
Paralelamente miles se reagrupaban para marchar hacia
el Congreso y la casa de Cavallo, mientras se informaba que unas 200 personas
marcharon hacia la residencia presidencial de Olivos.
Previamente la izquierdista Confederación de Trabajadores
de Argentina, la más pequeña de las tres centrales obreras
y principalmente formada por trabajadores estatales, había llamado
a una huelga general para este jueves.
En su mensaje por cadena nacional, De la Rúa conminó
"a los que están ejerciendo violencia a cesar sus actos", y agregó
que "en uso de mis atribuciones he declarado el estado de sitio en todo
el territorio para asegurar la ley y el orden".
Añadió que muchos se "aprovechan para sembrar
discordia y violencia buscando crear un caos que les permita maniobrar
para lograr lo que no pueden alcanzar por la vía electoral".
El desborde social, que ya se había advertido al
gobierno desde hace tiempo, se inició la madrugada del miércoles
como incontenible, con una sorprendente ausencia policial, especialmente
en la provincia de Buenos Aires.
Saqueos violentos se extendieron desde la madrugada del
martes por el Gran Buenos Aires, como se conoce a la zona que rodea la
capital: San Martín, Ciudadela, Tigre, La Matanza, Moreno, San Miguel,
Florencio Varela, Villa Celina, La-nús, Quilmes y Avellaneda.
La escena comenzó a repetirse en todo el país,
especialmente en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, donde
desde hace días se venían registrando manifestaciones de
empobrecidos habitantes para pedir comida, así como en Rosario,
Santa Fe, donde murió un muchacho de 15 años al parecer asesinado
por un comerciante.
Muchos habitantes de barrios marginales se lanzaron a
las calles como un "efecto dominó", ante los reclamos y saqueos
que ya habían comenzado en los días recientes, cuando la
realidad de las medidas gubernamentales (virtual confiscación de
cuentas bancarias al limitar el retiro en efectivo para dejar así
a las personas sin dinero) estallaba en los barrios.
En Córdoba trabajadores tomaron la sede de la municipalidad
y la destrozaron con una furia que sólo tenía explicación
en la grave situación económica por la que atraviesa el sector,
ya que al igual que en muchas provincias no reciben salarios desde hace
meses.
En este caso la represión fue despiadada y dejó
decenas de heridos por balas de goma y golpes.
En La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires,
empleados estatales intentaron ingresar a la legislatura para impedir que
se votara una nueva ley que desembocará en despidos masivos.
En la tarde el fantasma de los saqueos se acercó
a la capital, cuando un grupo de familias con niños intentó
ingresar a un supermercado en el barrio de Constitución, pero la
policía lo impidió.
El terror llevó a los comerciantes porteños
a cerrar sus puertas a ho-ras tempranas, especialmente en la populosa zona
del Once.
Ya en las dos semanas psadas se dio una caída brutal
de las ventas, pues las últimas medidas de Cavallo vaciaron los
bolsillos de todos, al punto que ni siquiera se compraban los diarios.
Desde la semana pasada los co-merciantes se lanzaron
a manifestaciones, las movilizaciones de diversos sectores recorrían
las ciudades, los piqueteros (desempleados) organizaban cortes viales,
sin que el gobierno se conmoviera, pues hasta insistió en ratificar
al polémico titular de Economía.
Así se llegó a esta situación sin
control, donde actuaron grupos de vándalos y pobres. Sólo
a la cadena Coto, una de las más populares por sus precios bajos,
le destruyeron siete enormes locales.
Imágenes del caos
Las escenas mostraban a algunos jóvenes estrellándose
contra las vi-drieras para romperlas, y uno de ellos casi se cortó
una pierna en el intento. Una discapacitada encabezó la toma de
un supermercado y quedó un buen rato atrapada por la reja que ayudó
a derribar.
Ejércitos de pobres se lanzaron por los puentes
al conocer que estaban saqueando algún comercio, para llevarse lo
que fuera.
El reparto de comida de algunos supermercados para evitar
ataques fue tan mal organizado que se tiraban bolsas de los camiones y
sólo los más fuertes se beneficiaban.
En la bonaerense Ciudadela un comerciante de origen oriental
lloraba mientras su comercio era destruido, ante la indiferencia policial;
una mujer confesaba que era la primera vez que hacía algo así,
pero que estaba sin trabajo; todos los que hablaban a las cámaras
protestaban contra el gobierno, e incluso algunos señalaban a Estados
Unidos y al Fondo Monetario Internacional como responsables.
En estas escenas de guerra era sorprendente ver la cantidad
de niños que participaban junto a sus padres en los saqueos, que
dejaron al cierre de esta edición seis muertos (en disturbios o
por disparos de comerciantes), más de un centenar de heridos y 300
detenidos.
No por anunciadas, estas imágenes del naufragio
dejaron de ser dolorosas, mientras crece la alarma pues nadie cree que
fue casual el mensaje reciente del presidente a las fuerzas armadas, cuando
de-cretó que no se extraditará a los militares solicitados
por la justicia de varios países por los crimenes de la última
dictadura, y otros gestos, como la autorización para que Carlos
Menem comenzara a transitar por los cuarteles.
Son signos que agravan la situación en el Titanic
en que se ha convertido Argentina.
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