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Ť El gobierno transmite una imagen de vacío
de poder, afirman analistas
Indignados argentinos arrojan huevos e insultan al
presidente Fernando de la Rúa
Ť La crisis ha provocado repudio al mandatario, a quien
se le califica como "ausente"
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 19 de diciembre. Decenas de personas
arrojaron huevos e insultaron al presidente Fernando de la Rúa cuando
éste subía a su automóvil, en momentos en que ya el
país se encontraba sumido en el caos y el vandalismo y el gobierno
intentaba inútilmente lograr una concertación nacional.
El mandatario volvía de una reunión multisectorial
anticrisis cuando los manifestantes, que aguardaron pacientemente, atacaron
su automóvil con huevos, piedras, puntapiés y hasta una baldosa
(mosaico), en las cercanías de la Casa Rosada (sede del go-bierno),
y luego vinieron los insultos: "Hijo de puta", "gobierna, inepto".
Fue la primera vez, desde que asumió el gobierno
el 10 de diciembre de 1999, hace apenas poco más de dos años,
que De la Rúa sintió en carne propia la repulsa popular,
como le sucedió a su antecesor Carlos Menem, varias veces silbado
e insultado en los últimos tramos de su mandato.
Si Menem era señalado como un "autista", ya que
nunca parecía enterarse de lo que estaba sucediendo fuera de su
mundo, que transcurría entre la frivolidad y la co-rrupción,
De la Rúa es calificado como el presidente "ausente".
Así, esta mañana calificaba los brotes de
violencia como aislados y aseguraba que no iba a decretar el estado de
sitio, medida a la que recurrió ya entrada la tarde ante un incontenible
desborde social, especialmente en la provincia de Buenos Aires, que ha-bía
mantenido en vilo a los argentinos des-de esta madrugada.
Más grave aún fue que su amigo el ministro
del Interior, Ramón Mestre, al ser interrogado sobre la situación
respondió que "no sabía nada", porque había estado
reunido "toda la mañana", lo que causó pavor entre los periodistas,
muchos de los cuales venían de sufrir los efectos de los saqueos.
El presidente asistió a una reunión con
empresarios, sindicalistas y políticos en Cáritas de Argentina,
en el barrio de San Telmo, que alguna vez durante la campaña fue
su bastión, diálogo que ya a esas horas parecía causa
perdida.
Vecinos del lugar, que antes apoyaron a De la Rúa,
sacaron espontáneamente carteles en los que le pedían que
se fuera o lo calificaban de inepto, mientras clamaban: "Tenemos hambre".
Varios de los invitados a la reunión solicitaron
la renuncia del ministro de Economía, Domingo Cavallo, lo que sucedió
en horas de esta noche, y un cambio inmediato en la política económica.
Muchos se retiraron del lugar desconcertados ante la
falta de reacción del mandatario o por su tozudez, al negar una
realidad que ya le estaba quemando los pies.
La Alianza que se concretó en 1997 entre la centrista
Unión Cívica Radical (UCR, a la que pertenece De la Rúa)
y la coalición de centroizquierda Frente País Solidario (Frepaso)
creó una inmensa esperanza en la población, pero ésta
comenzó a diluirse cuando el gobierno tomó las primeras me-didas
?grandes impuestos y ajustes?, y la gente volvió a experimentar
una vez más la sensación de haber sido engañada.
Después vendría el juego político
para desprenderse lentamente del Frepaso, hasta que la renuncia de Carlos
Chacho Alvarez a la vicepresidencia marcó el final de una
relación que hoy apenas se sostiene.
Y en las últimas semanas De la Rúa dio pasos
que superaron cualquier especulación, al invitar a Menem, quien
salió en libertad recientemente a pesar de que existen sobradas
pruebas y testimonios que lo involucran directamente en la venta clandestina
de armas a Croacia y Ecuador.
El presidente, obviando toda consideración al resto
de las figuras importantes del Partido Justicialista de Menem, quien apenas
es apoyado por una facción, lo llamó para abrir la concertación
nacional, lo que provocó una ola de descontento en el propio partido
gobernante.
Sin apoyo popular de su partido y pese a una oposición
fragmentada cuya dirección pretende asumir Menem, De la Rúa
encabeza un gobierno que transmite la imagen de vacío de poder,
según analistas.
Los disturbios hicieron recordar los de 1989, cuando en
medio de saqueos y una hiperinflación de casi mil 500 por ciento
hacia finales de agosto de ese año, el presidente Raúl Alfonsín,
también de la UCR, se vio obligado a adelantar las elecciones, en
lo que algunos llamaron "golpe financiero".
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