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Elena Poniatowska
Una preparatoria para Tonantzintla
Nueve kilómetros separan la ciudad de Puebla de
la iglesia de Santa María Tonantzintla y el observatorio del Instituto
de Astrofísica, Optica y Electrónica (Inaoe). Asentado en
el valle de Cholula, una de las regiones más antiguas de México,
protegido por el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, la Malinche
y el Pico de Orizaba, el observatorio se ha vuelto una gran central de
energía y ha influido en la vida del pueblo.
Ahí se desarrollan algunas de las mejores actividades
científicas del país en astrofísica, óptica
y electrónica. Además de la Vía Láctea, los
astrónomos observan la estrella Polar a 19 grados sobre el horizonte
norte. La latitud geográfica permite apreciar una parte de la galaxia
que no abarcan los observatorios del hemisferio norte, y en los cuarenta
y en los cincuenta Guillermo Haro y su equipo ?Braulio Iriarte, Enrique
Chavira, Graciela y Guillermina González? encontraron un número
importante de estrellas T Tauri, estrellas ráfaga, galaxias y estrellas
azules, cuasares, nebulosas planetarias y los famosos objetos Herbig Haro,
que Haro descubrió en el cielo de México, independientemente
de Herbig.
Ya para 1956, Haro publicó un hallazgo formidable:
el descubrimiento de 44 galaxias azules. Como lo dice el doctor en astronomía
Manuel Peimbert Sierra, en esa época México se convirtió
en el líder mundial en el estudio de nebulosas planetarias y sigue
siéndolo hoy en día.
Bajo este cielo excepcional viven los 5 mil habitantes
del pueblo de Santa María Tonantzintla, cuyo destino ha cambiado
radicalmente gracias a la presencia del observatorio. No hay hombre, mujer
o niño del pueblo que no se sienta parte del observatorio. Las mujeres
que antes subían a hacer las camas y a preparar la comida de los
visitantes estadunidenses, rusos, holandeses y franceses ahora tienen hijos
astrónomos u ópticos u electrónicos.
Fascinados por la actividad del instituto tienen plena
conciencia de que en Tonantzintla ha surgido un nuevo y poderoso modo de
pensar. Se enfrentan cara a cara con una de las disciplinas más
estrictas y exigentes: la astronomía.
¿Qué pasaría si Tonantzintla se convirtiera,
gracias a la astronomía y al entusiasmo de sus habitantes, en el
primer pueblo científico del país?
El clamor por una preparatoria
Moisés
Tecuahuey Cielo, Carmen Técuatl Porquillo, Omar Quechol López,
Antonia Porquillo Tepanecatl, Refugio Tepancuey, Pedro Tepantécuatl
y Verónica Toxqui cambiaron el cultivo de la tierra por la ciencia.
"De niña ayudaba a hacer quesos, iba a la milpa; mi papá
iba arando, nosotros destapando la milpa, íbamos abonando. Siempre
crecimos en el trabajo. Fuimos diez hermanos y yo soy la mayor'', dice
Antonia Porquillo Tepanecatl.
A Moisés Tecuahuey Cielo lo invitaron a un seminario
de matemáticas básicas: "Anduve pegando las invitaciones
en la tiendita para que todo mundo asistiera a ese curso". Allí
conoció a Guillermo Haro, Luis Rivera Terrazas, Oswaldo Harris,
Alejandro Cornejo, Daniel Malacara y más tarde habría de
tratar a Luis Carrasco, Octavio Cardona, El Zacatecas, Mariano Aceves,
Manuel Méndez, Alfonso Serrano y Elsa Recillas, y fue tanto su entusiasmo
que después siguió cursos de matemáticas, geometría
analítica y electrónica. Algunos de sus compañeros
se capacitaron en óptica, geometría y pulido de lentes de
vidrio, mientras él, por ser el más joven, tuvo la oportunidad
de estudiar la preparatoria en Puebla y en la UAP la carrera de física.
Tiene 23 años de dar clase en una prepa y se considera "la
primera consecuencia del Inaoe en el pueblo".
Gracias al Inaoe, gran número de habitantes de
Tonantzintla ha estudiado computación y electrónica. Claudio
Torres y Verónica Toxqui lograron triunfar, aunque otros se han
quedado en el camino. Preocupados porque la ciudad de Puebla los está
invadiendo, los poblanos de Tonantzintla quieren vivir de otra manera.
Creen que la ciudad va a devorar sus tierras, de por sí gastadas
de tanto sembrarse, y buscan nuevas fuentes de ingresos. El 50 por ciento
de la gente vive del campo; 25 por ciento del comercio y 25 por ciento
de los derivados de la leche (queso, crema, quesillo, mantequilla...),
aunque les resulta difícil distribuir productos lácteos.
"Mi abuelo seguramente aprendió a hacer queso y mantequilla de los
italianos, porque trabajó con ellos en Chipilo", dice Antonia Porquillo
Tepanecatl. Intentaron sembrar flores porque allá se daban delfinios
altos y gallardos, pero tuvieron muy malas experiencias. "Había
ocasiones en que llenábamos camiones y nos íbamos a Puebla,
a México y hasta a Acapulco, y sólo la tirábamos porque
nadie compraba nuestra flor; imagínese, tres o cuatro meses de trabajo
para ir a tirarlo a la basura. Una vez que llegué con carga a México
vendí dos manojos de todo el camión. No me alcanzó
ni para el desayuno ni para el pasaje de regreso. Hace cinco años
la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos nos dijo
que sembráramos cempasúchil pero resultó un fraude,
se levantó la cosecha y nadie nos pagó".
Las mil 500 cabezas de familia quieren un bachillerato.
De hecho, el amor al estudio se inicia en la infancia y el ejemplo del
Inaoe hace que 550 niños esperen entrar a primaria. En el primer
año de secundaria recibieron solicitudes de 150 alumnos. Veinte
muchachos habían decidido dejar de estudiar, ya no había
oportunidades para ellos, pero la idea de la preparatoria es una esperanza
y ahora quieren seguir. "Tenemos talento y no hay que desperdiciarlo",
dice Refugio Toxqui.
Los viejos, anclados en el pasado
Por lo pronto el bachillerato se imparte en un local al
lado de la iglesia. Toñita Porquillo Tepanecatl dice. "Fue un problema
para que nos dieran un local, el mismo cura no quería, tuvimos que
ver al arzobispo, el párroco de San Andrés tenía miedo,
el nuevo fiscal también, los viejos nunca quieren que las cosas
cambien, se apegan a las tradiciones, no creen en la superación
ni en el progreso, más bien no saben lo que es, logramos la entrevista
con el arzobispo y él nos apoyó; fue un éxito. Ahora
tenemos el compromiso de juntar dinero para la compra del terreno y empezar
la edificación de la preparatoria".
Los muchachos quieren superarse, casi todos trabajan,
pero si no hay escuelas, "nos arriesgamos a que formen banditas
y pandillas. No tienen otro destino sino el de irse a trabajar a la fábrica
de pantalones de mezclilla Induma Jeans, y el dinero que ganan lo gastan
en diversiones y se olvidan de estudiar. Otra opción para ellos
es venir al Distrito Federal a ser aprendices de todo y oficiales de nada,
o irse de mojados".
Mejor que estudien
Pablo Alarcón Peña, maestro de secundaria,
interviene: "Que no se vayan a las fábricas, porque éstas
van y vienen, pero la preparación es la que queda, la que cuenta.
Si los jóvenes van a la escuela a aprender, ejercerán una
profesión".
El barroco en manos indias de la iglesia de Santa María
Tonantzintla es un foco de atracción para el turismo, pero los habitantes
del pueblo jamás ven el dinero que dejan los visitantes. Todo es
para la iglesia.
María del Carmen Técuatl es la voz en defensa
de las mujeres de Tonantzintla: "Muchas de nuestras mujeres están
acostumbradas a no salir de la casa, son madres de familia de tiempo completo
y siento que para ellas puede haber otra preparación. Podríamos
montar una escuela en donde las mujeres aprendieran un oficio y dejaran
de depender del marido, porque eso es lo único que le queda a la
mujer cuando se casa: depender totalmente del marido. Mientras si aprendemos
un oficio, vamos a valernos por nosotras mismas y por lo tanto vamos a
tener derechos. A mí sí me gustaría que mi pueblo
saliera adelante, que las muchachitas se prepararan y no se casaran tan
jovencitas, porque imagínese tan chavitas y luego llenas de hijos,
pues ni disfrutan su juventud, se les amarga la existencia, se les acaba
el mundo".
El terreno para la preparatoria cuesta 360 mil pesos y
tiene un pozo de agua. Para reunir fondos se pide una cooperación
de 400 pesos por cada padre de familia; sin embargo, pocos han colaborado,
se les hace mucho aun cuando están concientes de que es un bien
para su familia y su comunidad. Se han hecho rifas; en la más reciente,
los habitantes invirtieron 15 mil pesos y ganaron casi 19 mil. La ganancia
fue sólo de 4 mil pesos. Organizan bailes, aunque recuperan muy
poco. Hablan con el presidente electo de Cholula para pedirle ayuda, pero
todo va a paso de tortuga. Los jóvenes son los entusiastas, pero
los de sesenta años para arriba son mucho más tradicionales
y no tienen conciencia de la importancia de la construcción de la
preparatoria para arraigar a sus hijos y nietos. En general, los del barrio
de San Miguel, San Diego y San Andrés cooperan mucho más
para restaurar iglesias que para levantar una escuela. Es la tradición.
Hace años, Guillermo Haro ayudó a construir
la única primaria en el pueblo, que sigue funcionando. Por eso los
habitantes quisieran que su preparatoria futura llevara el nombre del astrónomo.
Los cursos impartidos por el instituto para que la población
estuviera más cerca de la ciencia y la visita de los científicos
de otros países que venían a Tonantzintla a proseguir investigaciones
también han servido para la desmitificación de la ciencia
ante los leguleyos. Así, los habitantes de Tonantzintla se han dado
cuenta de que no es indispensable ser un genio para entender matemáticas
ni álgebra ni geometría. Sólo se necesita un buen
maestro. "México no es un país de segunda -dice sonriente
el maestro Pablo Alarcón Peña-, podemos desarrollar una ciencia
y una tecnología a partir de nuestras necesidades. Sólo es
indispensable una infraestructura que el gobierno tiene la obligación
de cimentar".
Aunque saben que el número de científicos
dedicados a la astronomía en los países del primer mundo
es muchísimo mayor que en México, que los recursos materiales
tecnológicos e instrumentales son infinitamente superiores, los
Tepancuey, los Tepantécuatl, los Toxqui tienen confianza en que
Tonantzintla se convierta en un semillero de hombres de ciencia, y para
ello es indispensable tener una preparatoria.
Don Refugio Tecuahuey, padre de Moisés, fue director
de la orquesta típica del estado de Puebla y ahora es un gran profesor
de física y el principal impulsor de la preparatoria. También
Alfonso Quintero, Mauro Landa, el maestro José Luis Ruiz, figuras
conocidas del pueblo, lo mismo que Toñita Porquillo Tepanecatl y
la famosa doña Vicky, que se sabe todas las historias de todos y
las cuenta mientras les vende sus copas. Lo que ningún habitante
de Tonantzintla desea es que los jóvenes huyan del pueblo por falta
de oportunidades y sobre todo por no haber sido preparados desde pequeños.
Por eso, piden su preparatoria, para no desesperarse al no conseguir una
mejor forma de vida e irse, como ha sucedido con tantas ciudades fronterizas
que ahora son pueblos fantasmas. No debemos olvidar que sólo en
Nueva York hay 800 mil poblanos que emigraron por hambre y falta de oportunidades.
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